El placer de escribir

Chimbote en Línea (Por: Sergio Benites Romero)  Hace unos días encontré – gracias a esa maravilla de las redes sociales – a la colega Yolanda Mío Arteaga en línea, sostuvimos una breve y amena charla, en ella me consultó por la referencia de alguien que acostumbre redactar a pulso correspondencia. Le dije que en verdad desconozco de casos porque casi todos digitan actualmente sus comunicaciones ante una computadora, solo le indiqué que eventualmente me “carteo a la antigua” con mi abuelo paterno. Me solicitó entonces le detalle mi caso a lo que accedí en ese mismo momento.

Por primera vez tomaba en cuenta mi experiencia, le conté que era muy especial por tratarse de un familiar muy querido, era único porque era la única forma de comunicarnos con fluidez propia de ambos (ocasionalmente recurrimos al teléfono con limitaciones  porque los oídos no le ayudan a plenitud). Es  agradable esta comunicación porque conservo cada misiva papel tras papel con su puño y letra, eso permite ver la espontaneidad.

Hoy las personas al intercambiar mensajes electrónicos o durante el chat incorporan iconografía en sus diálogos, la redacción de cartas solo se expresa – en mi caso – con texto, sin abreviaturas forzadas, por tanto hay un respeto al lenguaje, escribirse con un adulto es revivir una época. Me viene a la mente la idea de que cuando ya no esté todas sus cartitas tendrán un alto valor histórico, el mismo que se guarda en los museos por muchos documentos, ¡Oh, si!

Toda persona tiene características propias y eso la convierte en particular, conservar la prosa en tinta de lapicero me permite grabar aquilatar una particularidad de mi abuelo, su letra, corrida, dibujada,  única por la forma, por el contenido sus palabras que guardan la reverencia del respeto de décadas atrás y las frases amorosas en primera persona y dirigidas directamente, es que es la única persona de parentesco sanguíneo con la cual tengo el hábito de las expresiones de amor familiar más seguidos

Cuando leo sus líneas pareciera que en mi mente escuchara su voz, su timbre, sus pausas, todo. Recuerdo que cuando redacto mediante las redes sociales, muchas veces reconsidero mi texto, borro una, dos o más veces, luego clik en enviar, la redacción de mi abuelo es por costumbre espontánea, escribimos como nos vienen las ideas. Definitivamente no es igual ver el texto en letra imprenta de un recado por internet que ver la letra de mi ser querido, su letra en un papel en mis manos es una forma de evocar su presencia.

La solicitud de Yolanda entonces, me obligó a pensar, recordar, valorar conscientemente una práctica de comunicación. Hasta entonces como nunca antes caía en la cuenta de mis estilos para relacionarme, tan moderna por momentos con amigos, conocidos y estudiantes, tan tradicional con mi abuelo Sergio pero significativa en esa forma,  al igual que un mensaje por Hotmail puede demorar en la respuesta, las cartas que curso con mi octogenario familiar toman sus horas o días en la retroalimentación porque debe aguardarse el viaje del papel en su naturaleza física.

Seguro que otras personas también replican esta experiencia. Por mi parte, sé que no será eterno, soy consciente que por sucesión del ciclo biológico de la vida su partida devastará mi alma y este bonito intercambio epistolar lo extrañaré hondamente.

A menudo todos escribimos notas, avisos, dedicatorias en tarjetas, recordatorios según las ocasiones, valoremos a nuestros seres cercanos en la forma que más nos satisfaga, con mi abuelo tengo muchas formas de hacerlo, una de ellas es retando la espacialidad y el tiempo de la modernidad, a veces es como viajar en el tiempo.

Comentarios

Comentar