Obras de misericordia: piedras vivas para construir patria

Chimbote en Línea.- Reflexión a cargo del P. Matías Siebenaller, publicada en periódico diocesano Mar Adento, como unas pautas y sugerencias prácticas para vivir con autenticidad el Año de la Misericodia en la Diócesis de Chimbote.

A. Obras corporales de misericordia

1.  Dar de comer al hambriento

Decía San Vicente de Paúl a una religiosa que atendía un comedor popular: “Hija mía, solo si lo amas el pobre te perdona la sopa que le sirves”. Amar a los pobres implica contribuir a que puedan vivir con dignidad.  - La limosna y el pan compartido comprometen para una política social y económica del país que asegure la comida en cada hogar de la patria.  Así rezaban sendas propuestas en la reciente campaña electoral.

2.  Dar de beber al sediento

Una escalofriante afirmación en los discursos electorales: “10 millones de peruanos no tienen acceso al agua potable.”  El Papa Francisco recoge este clamor en la Laudato Si: “El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (30). – El presidente actual del Perú ha prometido agua potable en todos los hogares del país.

3.  Vestir al desnudo

Olas de friaje azotan en estos días el altiplano y el oriente del país.  Las enfermedades provocadas por el frío, especialmente en niños y ancianos, y los desastres causados en pastos y animales de estos lugares  deberían desplazar la obscena propaganda para objetos de moda y de lujo.  Regalar un vestido y una frazada que me sobran, no es la solución:  Las medidas preventivas con ocasión del fenómeno del niño 2016 constituyen una gran lección patriótica.

4.  Acoger al forastero

“Si entre las décadas de 1940 y 1980 la masiva migración y la ulterior urbanización dieron lugar a un verdadero desborde popular, a partir de la década de 1990 provocaron una etapa inédita en nuestro proceso histórico: la gesta actual del emergente Perú moderno” (José Matos Mar).  Eran migrantes que han hecho la mayor parte del actual Perú y de su capital.  Chimbote se debe a migrantes.  Su historia recoge el drama y las esperanzas de los migrantes.  En Chimbote, por excelencia, “la Iglesia, como madre, debe sentirse a sí misma como Iglesia sin fronteras…promover una ciudadanía universal en la que no haya distinción de personas” (DA 412 y 414).  En Chimbote el Papa Francisco debe encontrar sensibilidad para lo que él llama: “La catástrofe humanitaria más grande desde la segunda guerra mundial”.

5.  Asistir a enfermos

La Iglesia, desde sus inicios, continuó la dedicación de Jesús a los enfermos del cuerpo y del alma.  La atención a los enfermos para siempre será el lugar privilegiado de la fidelidad al Señor y de su seguimiento.  Optando por una elocuente hipérbola, Aparecida señala a los enfermos como “verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús” (DA 417).  La pastoral que incluye a los enfermos en su espiritualidad, en sus celebraciones y estructuras, también hoy encuentra audiencia y acogida.  Recordemos también que la preocupación por los enfermos en las instituciones de la sociedad ejerce una función de luz en medio de muchas oscuridades y de sal en la preservación de lo que es humano.  Sí, el cuidado de los enfermos es “luz del mundo y sal de la tierra”.

6.  Visitar a los presos

Es de lamentar que la pastoral de los encarcelados tenga tan poco espacio en el PRD de Chimbote.  ¿No debería ser su “excomunión” un sufrimiento permanente para nosotros? ¿No deberían llenarnos de mala conciencia las muchas cárceles a lo largo del país?  En los debates electorales se pretendía vencer la seguridad ciudadana y la delincuencia con más cárceles. ¿No convendría más bien enfrentar esa realidad con familias más unidas, buenas escuelas y trabajo para todos?

 “Se recomienda a las Conferencias Episcopales y Diócesis fomentar las comisiones de pastoral penitenciaria, que sensibilicen a la sociedad sobre la grave problemática carcelaria, estimulen procesos de reconciliación dentro del recinto penitenciario e incidan en las políticas locales y nacionales, en lo referente a la seguridad ciudadana y la problemática penitenciaria” (DA 430).

7.  Enterrar a los muertos

Parece una obra de misericordia vigente en tiempos pasados y lugares alejados del Perú.  Recordemos, sin embargo, que los años del terror nos han dejado 15 mil desaparecidos. Muchas familias esperan encontrar y velar los restos de sus seres queridos y darles cristiana sepultura.  Para ellas, sin esta cristiana sepultura, no habrá justicia ni paz.

B. Obras espirituales de misericordia
       (El espacio disponible nos obliga a agrupar y sintetizar)

1.  Aconsejar, corregir y enseñar

Estas obras de misericordia pertenecen al amplio campo de la educación.  ¿Para qué, en una cultura que ya tiene todo su saber impreso y codificado en cifras e imágenes, todavía es necesario el ser humano y su palabra viva?  Educar, de una manera formal e informal, ayuda a otros a hacerse personas.  Quiere ayudar a otros a ser libres para hacer lo que es bueno.  Esto lo puede hacer solo una libertad encarnada presente y palpable que vive e invita a vivir.  Educar es la obra de misericordia más hermosa y la más necesaria para construir patria.

2.  Consolar, tolerar y perdonar

Estas obras de misericordia invitan a buscar la comunión en la diferencia: un ideal que parece imposible hoy entre naciones, culturas, religiones y vivencias individualistas.  Quien opta por acercarse al que está solo, quien decide tolerar lo que desconcierta, quien ofrece y acepta perdón, rompe con lo que son meras reacciones e introduce en las vivencias humanas algo nuevo, abre nuevas posibilidades y siembra esperanzas.  “Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que realmente es el ser humano.  Después de todo, el ser humano es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padre Nuestro o el Shema Yisrael en sus labios.” (Víctor E.Frankl)

Como última obra de la misericordia aparece la oración.  Así tiene que ser, porque solo por la oración podemos acoger la misericordia del Padre y prepararnos para invertirla en la construcción de la patria.

Comentarios

Comentar