Samir Landré de Antonio Morales Jara

Chimbote en Línea (Por: Ricardo Ayllón) Antonio Morales Jara es ya un conocido autor de libros infantiles en nuestro medio. Títulos como “La fiesta de los cuentos”, “El misterioso libro perdido de los cuentos” y su exitosa saga basada en la historia del Galeón Verde que –el autor ha anunciado– tendrá cinco partes, son un legítimo soporte para afirmar que Morales Jara tiene como una bella vocación el delicado oficio de llegar al corazón de los niños.

A los títulos mencionados, se une ahora “Samir Landré” (San Marcos, 2014), relato de aventuras inspirado en nuestras líneas de Nasca, aquel legado pre inca que ha tenido desde su descubrimiento más de una interpretación arqueológica, pero que, obviamente, ha servido también para hacer volar la imaginación de artistas y escritores.
Basándose en su propia novela para mayores “Zhamir Landré y el secreto de las líneas de Nasca” (2011), Morales perfila ahora esta propuesta infantil con una historia más breve, y, por lo mismo, con una sucesión de acontecimientos más ajustado y un lenguaje apropiado para niños.

Como una suerte de introducción que ayudará a entender el espíritu aventurero de Samir Landré, el protagonista del libro, se plasma primero un breve suceso en su salón de clases: David, su pequeño compañero, comenta que un tío suyo fue una de las personas presentes en el descubrimiento de Machu Picchu; y conforme el muchacho va narrando el hecho, Samir siente crecer en su interior toda la fuerza de su imaginación.

Este marco referencial sirve para entender el deseo de aventuras de Landré y resulte sencillo ingresar en el sortilegio y fantasía que distinguen a esta historia. Pero ya dentro de la trama, sirve para que el protagonista y su compañero de hazañas, Aldo Fuentes, visiten al tío de David en busca de más relatos sobre descubrimientos arqueológicos, sorprendiéndose de que éste les hable de una misteriosa profecía y les entregue un raro mapa trazado sobre un antiguo tejido. Hecho que se constituye en el verdadero inicio de la historia.

Pero no pienso consignar aquí la secuencialidad de todo lo acontecido. Me limitaré solo a decir que es posible hallar en el contenido el ánimo de rescatar los valores de nuestra rica herencia cultural y la decisión de combinar tales características con un trasfondo mítico y legendario, lo que no es otra cosa que reforzar en los niños el sentido de identidad por lo nuestro.

Si a eso añadimos el accionar de personajes inquietantes como el hechicero Melquiades, el traficante de tesoros Michael Kummel y el huaquero Cristóbal Méndez, antagonistas de la trama, quienes en su afán de retorcer nuestra valiosa sabiduría ancestral (Melquiades), poner por delante de todo su codicia (Kummel) y dejarse llevar por los ‘beneficios’ del hurto (Méndez), respectivamente, obtendremos el marco justo para que el niño sepa que los impulsos que mueven el corazón humano no son siempre los más limpios.
Pero contra esto están las buenas intenciones de Matías, el anciano que –posteriormente– apoya en su aventura a Samir y Aldo. Y quien con su experiencia y límpida sabiduría los orientará y llevará hasta el final para develar los misterios que manejan los hilos de la empresa en la que se han embarcados.

Eso por una parte, mientras que por otra, resaltar la habilidad ganada por el autor en el manejo del hilo narrativo; su despliegue natural a través de una historia que, por más sencilla que parezca, presenta siempre problemas a la hora de plantear y resolver un argumento; así como su preferencia por los temas que más interesan a los niños, es decir, aquellos llenos de fantasía que nutren su imaginación, cualidad humana que nos ha proporcionado siempre los mejores recursos para afrontar los problemas reales.
El epílogo de esta historia, por eso, es acertado: gracias a lo vivido los niños descubren su vocación. Lo que quiere decir que conjugan su fantástica hazaña con su verdadera vida.

Sigamos la pista de la narrativa de Antonio Morales Jara y reencontrémonos siempre con los valores que nos presenta en cada uno de sus entregas infantiles, libros que recorren ya algunas escuelas del Perú con sus mensajes de reivindicación cultural y curiosidad permanente por el mundo que nos rodea.

 

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