El ocaso de la clase dirigencial

La perspectiva política exige todo un esfuerzo, particularmente, cuando uno no milita y no tiene el análisis político partidario desmenuzado, entonces uno tiene que arreglárselas solo, el individuo ante los hechos todos desordenados, el ser que apela sólo a su concepción del mundo frente al inmenso mar de eventos que deben ordenarse, discutirse, interpretarse, es decir, prestar fina atención a los elementos del todo sin perder de vista el conjunto mismo, para finalmente esclarecerse, exponer alguna tesis y generar el debate.

Uno de los temas que me ha tomado tiempo estudiar - en gran medida – tras mucha preocupación, ha sido conocer y comprender el ocaso de la clase dirigencial popular en la actualidad.

A partir de planteamientos concretos como ¿Qué ha pasado con los dirigentes intelectuales de antaño? ¿Por qué antiguas ciudades en nuestro país erigidas como auténticas ágoras políticos culturales han perdido su brillo? ¿Dónde quedó todo el ardiente debate ideológico?  ¿Qué ha ocurrido con la formación política de los partidos políticos? ¿Qué ha ocurrido con los jóvenes que reniegan de la política en plenos claustros universitarios estatales?

Para responder a todas las anteriores interrogantes, a través de entrevistas he recogido algunas opiniones de entendidos en las ciencias sociales, pero no sólo académicos sino también de políticos (de los pocos que quedan); además de la lectura de artículos y ensayos desde distintas orillas ideológicas (aunque más las de derecha por obvias razones), entonces, luego de depurar algunos datos y ver la conexión en algunos eventos, se puede esbozar una hipotética respuesta. Desde una concatenación histórica, la orfandad de dirigentes se debe a todo un proceso coherente.

Desde la década del 70´ se redefinieron fenómenos políticos, aunque en particular uno fundamental: el conflicto armado entre subversivos y el Estado peruano, dicho evento generó una onda de gravitación que atrajo una definición de posturas con todas sus consecuencias, de este modo intelectuales y políticos de derecha eran asesinados u obligados a huir por cuenta de SL y MRTA, igual fue la suerte de izquierdistas ajenos a ambas corrientes, por ser tachados de revisionistas.

El otro caso fue el de intelectuales y dirigentes políticos de izquierda que engrosaron las filas subversivas,  cientos cayeron en combate o por abuso de las  fuerzas militares (gobiernos de Belaunde, García y Fujimori), poco a poco, espacios gubernamentales, universitarios, sindicales, gremiales, barriales, etc., fueron quedando desocupados, generando una mutilación social, un vacío humano muy importante,  que lentamente ha sido ocupado por los últimos mandos en cada cadena dirigencial, además de advenedizos e improvisados, es decir, no precisamente los más esclarecidos, eso explica la presencia de seudo dirigentes y seudo políticos como autoridades regionales, provinciales y distritales ahora.

Como se sabe, el conflicto interno lo ganó militarmente el Estado, por tanto, es fácil entender que los empresarios gobiernan hoy el país con los partidos de derecha, y varios izquierdistas que sobrevivieron al terrorismo de ambos lados se han replegado en posturas políticas cómodamente progresistas y laborando – en buen número - en ONGs, esto último también se aprecia como tendencia al interior del país, también es claro entender la condición de cascarones en la que se han convertido centrales de trabajadores como la CGTP hoy una agencia de cupos de trabajo a nivel nacional.

La podredumbre dirigencial actual es una variable consecuente y tiene sentido solo a partir de otras antecedentes correspondientes a su propio proceso histórico.

Finalmente, la actual crisis de dirigentes es un recodo, histórico al fin, sin duda tomará tiempo, esperar a la siguiente generación de lúcidos pensadores, la sociedad volverá a ser partera de sus nuevos y mejores hijos.