Juntos con el Papa Francisco armemos el nacimiento

Chimbote en Línea.- 1. Empecemos por colocar la campiña de Belén.  De Belén era el rey David y el profeta Miqueas anuncia que del pueblo insignificante de Belén saldrá un gobernante importante (Mi 5,1).  Dios suele manifestarse donde nadie lo esperaría. Irrumpe como algo nuevo en medio de lo que parecía rutina estéril, mediocridad infecunda, “pragmatismo gris” sin esperanza.

Escuchemos al Papa Francisco: “Cristo en su venida a traído consigo toda novedad. Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad…Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión...Toda auténtica acción evangelizadora es siempre nueva” (EG 11).

2. Destaquemos en el poblado de Belén el edificio de la posada. Sus propietarios no querían recibir a los extranjeros de Galilea, ni siquiera a la mujer con dolores de parto.

En esta situación el Papa Francisco hubiera dicho lo mismo que en Lampedusa a donde lo llevó su primer viaje como Papa para rezar por las víctimas de un trágico naufragio y mostrar al mundo el drama de la inmigración y de los refugiados: “Solo me viene la palabra vergüenza; es una vergüenza”.

3. No endulcemos la cueva, el establo donde nació Jesús. En ese lugar hacía frío, había mucho desorden y olía mal.  El mundo, la realidad que nos rodea y, de repente, nuestro propio corazón tienen mucho de este establo en Belén.  Pues, en este establo, en esta periferia quería nacer el Salvador y nuevamente allí quiere nacer, en ti, en mí.

“El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo “se hizo pobre” (2 Co 8,9).  Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres.  Esta salvación vino a nosotros a través del “sí” de una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio.  El Salvador nació en un pesebre, entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres” (EG 197).

4. Claro, la Sagrada Familia estará en el centro del nacimiento.

“LA PALABRA SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS Y HEMOS CONTEMPLADO SU GLORIA, GLORIA QUE RECIBE DEL PADRE COMO UNIGÉNITO, LLENO DE GRACIA Y VERDAD” (Jn 1,14).

“María es la que sabe transformar una cueva de animales en una casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura” (EG 286). “De la figura de José emerge una gran ternura, que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y servir humildemente” (LS 242).

5. Sí, hay que colocar a la mula y el buey.  Su presencia en Belén no tiene mucho fundamento bíblico, pero la Laudato Si´ del Papa Francisco les confiere una autoridad muy grande:

“Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua.  Todo el universo material es un lenguaje de amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros.  El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios” (LS 89).

6. No, no coloquemos a ángeles, más bien con letras grandes recordemos su canto en la “noche buena”:

“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LA GENTE DE BUENA VOLUNTAD”

“Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que con ello le confiere una dignidad infinita.  Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios…La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros” (EG 178 y 179).

7.  Hay que lograr que los pastores parezcan estar corriendo a Belén.  Ellos, entre los más pobres considerados incultos e impuros, son los primeros en recibir la Buena Nueva. Estos pastores, tantas veces acallados por otros, ahora toman la palabra y rodeando el pesebre cuentan lo que se les reveló acerca de aquel niño.  “Y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.  María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,18-19).  María, para siempre figura de la Iglesia que recibe y escucha a los pobres y medita sus palabras en su corazón.

“La opción por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza.  Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres.  Ellos tienen mucho que enseñarnos… Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos” (EG 198).

8. Terminemos el trabajo colocando la estrella e insinuando la llegada de los magos del Oriente a Belén.  “La manifestación de la bondad y de la ternura de Dios” (Tt 3,4) es un don ofrecido a toda la humanidad y a todos los pueblos. 

“La paz se funda no solo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en el de los derechos de los pueblos… Respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad… Necesitamos crecer en una solidaridad que debe permitir a todos los pueblos llegar a ser por sí mismo artífices de su destino”  (EG 190).

¡Feliz Navidad!

(Publicado en Mar Adentro)

 

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