Una santificación discutida

Chimbote en Línea (Por: Germán Torres Cobián) Los creyentes se han hecho una falsa imagen de los santos. Unos creen que  santo es sólo aquel que hace milagros; otros, que es un personaje lleno de  estoicismo piadoso, que anda en el limbo. Sin embargo, hoy por hoy, existe una tendencia que considera que no es el milagro, ni una vida llena de espiritualidad, el distintivo único de la santidad.

Hace siete siglos, Santo Tomás de Aquino, uno de los llamados Padres de la Iglesia, en su tratado “De Potentia”, dijo que cualquiera puede hacer un milagro en casos límite, hasta un hereje o un libertino.

Por eso, los fieles progresistas  de la  iglesia católica piden que sus santos canonizados o por canonizar,  no sólo hayan hecho milagros sino que deben servir  con su bondad y ejemplo a los hombres de hoy. A este respecto, la canonización ex aequo de Juan Pablo II (sólo nueve años después de su fallecimiento) y la de Juan XXIII (cincuenta años después de su muerte), ha provocado una acalorada controversia  entre los sectores conservadores y liberales de la Iglesia Católica. Se sostiene que es una contradicción canonizar el mismo día a dos personas tan  disímiles en su manera de conceptuar la labor de la Iglesia en el mundo.

Si bien los críticos del pontificado y la santidad de Juan Pablo II consideran que éste no es merecedor de tal honor, en otros sectores despierta grandes simpatías; los  argumentos de estos últimos  a la hora de justificar su santificación son muy endebles.

Wojtyla fue beatificado en 2011 tras atribuírsele el milagro de sanar a una monja francesa que padecía Parkinson, la misma enfermedad que Juan Pablo II sufrió en sus últimos años y que no fue capaz de curar.

El segundo milagro que se le adjudicó es  la supuesta curación de una mujer que padecía un aneurisma cerebral. La enferma asegura que, mientras yacía en su cama  y veía en televisión la beatificación del Papa polaco, escuchó una voz que le decía: “levántate”. Y se curó, así de sencillo.

En favor de Juan Pablo II, también habla Alex Rosal, director de la web “Religión en Libertad” quien asegura: “Nunca antes un pontífice había viajado tanto, ni nombrado tantos obispos, ni escrito tantos documentos, ni había tenido contacto directo con tanta gente”.

El cardenal Cipriani añadió la guinda: “Karol Wojtyla combatió el marxismo”. Por otra parte, muchos teólogos  lamentan su santificación. Por ejemplo,  Federico Pastor, presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII de España, opina que “la canonización de Juan Pablo II ha sido una acción arbitraria de los sectores conservadores y, como era excesivamente descarada, para disimularlo un poco han metido a Juan XXIII, que era justo lo contrario”.

Y Evaristo Villar, sacerdote portavoz de Redes Cristianas, sostiene: “En la época del pensamiento, de la ciencia, de la investigación, todavía se está con esa historia de los milagros… ¿Quién   cree hoy en día en  esas cosas?”. En su opinión, la santificación de Juan Pablo II es "una imposición de los grupos más conservadores de la Iglesia (el Totus Tuus, Comunión y Liberación, el Opus Dei...), que le  apoyaron siempre”.

Y añade: "Juan Pablo II apostó por la Iglesia de la involución, de la prehistoria, que sólo se mira a sí misma. En su época se llenarían estadios, pero se vaciaron las iglesias”. Incide, además, en que su canonización la impulsó Benedicto XVI, que fue mano derecha e íntimo amigo del propio Wojtyla: “Juntos excluyeron a montones de teólogos. A todos los que pensaban distinto a ellos los excomulgaron o los echaron de la Iglesia".

Otros católicos subrayan que Wojtyla miró para otro lado ante cientos de casos de pedofilia en la Iglesia. Y hay quienes sostienen que la principal labor de Juan Pablo II ha sido destruir toda la labor de “aggiornamiento” que efectuó el Concilio II y haber impulsado una iglesia retrógrada.

Menos polémica ha suscitado  la figura de Juan XXIII a quien  se le atribuye un solo milagro: el de la curación de una monja en 1966, que habría sanado de una perforación gástrica muy grave tras colocarse en el estómago una foto de este  Papa.

Francisco ha eximido a Juan XXIII del segundo milagro que se necesita para llegar a santo. No obstante, para quienes apoyan su santificación, esto es lo de menos; creen que posee otros méritos mucho más creíbles.

Juan XXIII intentó convertir la Iglesia Católica en una entidad del siglo XX y tuvo el respeto ciudadano tanto de los cristianos como de los  no  creyentes, y siempre estuvo interesado en la justicia social y los derechos humanos  que promovió a través del Concilio Vaticano II. 

Evaristo Villar recalca  que el papa Roncalli representa la Iglesia de la apertura, de los pobres y de la modernidad. "Fue muy querido y cuando murió se produjo un llanto general. La gente humilde, los pobres, le querían. Curiosamente, en su entierro no estuvieron los poderosos de la tierra, que sí acudieron al de Juan Pablo II".

Entonces, ¿por qué se les ha canonizado a la vez? Quizá porque el principal objetivo de la iglesia Católica, ahora que sus fieles parten en desbandada hacia otras religiones, es conservar el  mayor número de adeptos de todas las tendencias que hay dentro de la Iglesia, aunque para ello tenga que contradecirse en sus decisiones.

 

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