Historias no contadas de Chimbote por Segundo Sánchez Sánchez

Chimbote en Línea (Por Ricardo Ayllón) Precedido tal vez (respecto a su naturaleza) por el libro “El Chimbote que se fue” de Percy Robles Guibovich, texto amparado esencialmente en la memoria de su autor, “Historias no contadas de Chimbote” de Segundo Sánchez Sánchez, llega a nuestras manos para brindar una visión íntima de esta ciudad, de esta ciudad vivida con la pasión que suelen mostrar quienes no se corren del desafío de legar su propia versión del escenario y los sucesos que les tocó vivir.

Es por eso que Sánchez no se ha hecho problemas en subtitular a su libro “Memorias”, y –de este modo– poner en claro que lo suyo no es “producto de la investigación o de la recopilación de datos”, sino que, como él mismo argumenta: “lo que narro es simplemente el resultado de lo que aún recuerdo; hechos vividos en forma personal o grupal, de los cuales fui testigo presencial”. Así, nos encontramos frente a un perspicaz observador de su tiempo, específicamente de los años 60’ y 70’ del siglo pasado que son los que corresponden a los de su adolescencia y juventud.

El ojo inquieto de Sánchez nos lleva por diversos temas que son, en su mayoría, de su interés personal, como los grupos musicales, lugares de diversión, restaurantes, gastronomía, nuestros clubes de fútbol, personajes y parajes inolvidables, su centro educativo (el colegio San Pedro) y, de forma muy afectuosa, su entorno inmediato (la urbanización 21 de abril y la cuadra 6 del jirón Derteano), así como la historia de su familia y un inquietante relato sobre el sueño o anhelo de su padre (esto último, quizá lo mejor del libro).

Sin embargo, hay que prestar atención también al tono nostálgico y fluido, a la prosa vivaz y a la memoria sentida que nos arrastran a lo largo de estos temas que, si bien ya han sido tocados o contados por otros cronistas porteños, se convierten desde la versión de Sánchez en “historias no contadas”. Digo esto porque que no debemos olvidar que todo libro resulta siendo singular a partir de su forma, de su estilo, del manejo exclusivo del lenguaje; es decir, del modo específico en que aparece ante los ojos del lector.

Considero que la experiencia en el periodismo escrito, en el trabajo de promoción educativa y la intensa lectura, han proporcionado al autor la capacidad necesaria para desenvolverse sin problemas en la escritura. De este modo, Sánchez sale con el saldo a favor y, a su vez, otorga una nueva versión de lo que es prestar la atención debida a nuestra ciudad partiendo de la emoción individual.

“Historias no contadas de Chimbote” (Ornitorrinco, 2015) fortalece sin duda esa otra tradición que merece toda ciudad que se precie de tal: el de una literatura erigida por sus auténticos hijos, donde la memoria y el testimonio sean el barro generoso con el cual moldear su identidad y su trascendencia en el tiempo. 

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