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Sábado Santo: ¡Está vivo: sale a tu encuentro!

Chimbote en Línea (Por: fray Héctor Herrera) El evangelio de Mt 28,1-10 nos recuerda: “Pasado el sábado, el primer día de la semana, muy temprano fueron a visitar el sepulcro, María Magdalena y otra María”. Mateo, toma distancia del Antiguo Testamento. Cristo es el primer nacido. Es la nueva creación. Porque ha vencido a la muerte de la injusticia para dar paso a la vida.

Es la fiesta del fuego nuevo, Cristo es la luz que disipa las tinieblas de la muerte. Nos ilumina con su Palabra de Vida y nos da una nueva vida con el agua que recrea un corazón y un espíritu nuevo, para culminar en la celebración eucarística.  Cristo es la luz de la vida.

La Iglesia entera despierta a la alegría de la vida: El Señor ha resucitado. Ya no está más entre los muertos. El irá a tu encuentro. El anuncio de la resurrección ha provocado el pánico entre sus enemigos. La verdad ha triunfado sobre la mentira. Es como si hoy, quisiéramos ignorar a los miles de muertos en nuestro país, o en otros países de América Latina y el Caribe: las comisiones de la verdad, han sacado a la luz, las muertes inhumanas y cruentas.

Las fosas y sepulcros han sido abiertos, para que aprendamos a tomar conciencia del don de la vida, para que la muerte jamás se repita, sino triunfe la vida y la verdad. Es la experiencia de aquel que ha dicho: “Nadie me quita la vida. Soy yo quien la da”.

El evangelio de Mateo, toma distancia del Templo y de Jerusalén. El irá a Galilea, lugar de misión y de envío para indicar que algo nuevo ha comenzado. Es la alegría de experimentar que los cristianos amamos y defendemos la vida como don de Dios. Que la conciencia cristiana nos remite al bautismo como muerte al pecado, a lo viejo e insano en las estructuras sociales y en nuestra vida personal, para revestirnos de una vida nueva, considerándonos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rom 6,3-11)

Sí, creemos que Cristo ha resucitado, cuando luchamos contra toda injusticia que causa la muerte: la violencia familiar y social,  la desnutrición, el atropello contra la libertad de expresión, la tala de árboles, la contaminación del ambiente.

Cuando nos situamos junto a los crucificados de este mundo. Cuando contagiamos alegría y esperanza: un mundo nuevo es posible, si todos cooperamos con el proyecto de vida, somos testigos del Señor de la vida.