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Color Imposible, de Víctor Pasco

Chimbote en Línea (Por: Ricardo Ayllón)  Víctor Pasco (Huaraz, 1991) empezó su trayectoria literaria bastante joven. Estudiando aún la secundaria publicó el poemario “Grimoire” (2008), a partir del cual llegaron otros volúmenes de poesía: “Le livre mort” (2008), “Ella hablaba así. Ella callaba así” (2010), “Los días perdidos de Bangkok” (2013), entre otros. “Color imposible” (Calcomanía, 2014) es su primera novela.

Esta es la historia del joven narrador Ramón Giménez y de su pareja, la pintora Ariana, quienes viven exiliados en una casa donde se dedican exclusivamente a su arte. Tal premisa argumental contendría poco material para armar una buena historia sino tuviera como complemento que: desarrollan estos oficios en un contexto social negados para el arte y la literatura, y donde un escritor y una artista morirían fácilmente de hambre si es que no contaran con la escasísima sensibilidad de personas interesadas en su trabajo, tal como ocurre en países como el nuestro (y no digo específicamente Perú porque el autor se ha cuidado de no mencionarlo, dándole así un cariz neutral al escenario); el segundo agregado es que ambos tienen problemas psiquiátricos que los han llevado al límite y a experimentar una vida solo soportable con el obligado consumo de fármacos.

Pero esta forma de vida –que pese a tales problemas podría parecer todavía un tanto monótona– se ve alterada eventualmente por la adicción a la cocaína de Ariana, quien confía más en ésta y en la compañía de Ramón para sobreponerse a su ansiedad y a la fuerte bipolaridad que la lleva a pensar permanentemente en el suicidio.
El tanatismo en la novela es un elemento frecuente: aparece constantemente en el pensamiento (como un fantasma) y en el diálogo de los personajes (de modo tangible); la muerte es la sombra que camina detrás de ellos como una amenaza familiar y a veces tiene la oscura piel de la fatalidad. Aparece inclusive como corolario de la novela que ha escrito Ramón.

Planteada desde la versión de un narrador omnisciente y respetando la linealidad, “Color imposible” sugiere sin embargo –como tema de fondo– un asunto social importante, complementario al de la incomprensión al artista: el de la intromisión de las reglas del mercado en la esencia del creador, el del precio impuesto a cualquier producto, así afecte la sensibilidad de alguien como Ramón quien, apenas acepta las condiciones de publicación de la editorial, comienza a creer que se está prostituyendo, y siente asco.

Otro aspecto sobrecogedor es la soledad de la pareja, su indiferencia, desadaptación y descreimiento de una sociedad en la que de ningún modo se ven retratados; ambos son jóvenes, una edad en que cualquier ser humano vive a plenitud sus días y sus noches; pero ellos no, han sufrido tempranos quiebres emocionales, y sus familias, en lugar de acogerlos y ayudarlos afectivamente, han dejado que la ciencia (los médicos y los fármacos) se haga cargo de sus existencias.

Con esta novela nos aproximamos a aquella tonalidad social que a veces no distinguimos por egoísmo o por pensar más en lo material que en la esencia humana. El libro es breve pero logra ser intenso si reflexionamos en cada uno de los momentos por los que pasan Ramón y Ariana. Sus 94 páginas pueden ser leídas de un tirón debido a que han sido erigidas no solo con la intención de lograr una novela, sino de involucrar al lector en un realismo que –no obstante su condición de producto artístico– se convierte en un verdadero llamado de atención al sentir y a la conciencia de los lectores, lo cual es ya, de por sí, muy valioso.