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“Felices Miguel, Zbigniew y Sandro que están en el cielo”

(Por: P. Giovanni Sabogal) ¡Qué dicha tan grande, de que nuestros hermanos en la fe: Miguel, Zbigniew y Sandro gozan de la majestad del cielo, como Jesús, nuestro amado Señor, nos ha prometido en las Bienaventuranzas: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados… Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios… Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo.” (Mt 5, 6-12)

Bienaventurados y felices, nuestros amados mártires, testigos de la esperanza, fe y caridad, que están en los brazos de Dios, porque son testigos de Cristo. Somos testigos oculares de su amor tan profundo a Dios, de su corazón limpio y generoso, de su entrega y caridad, del hambre y sed de justicia que siempre han tenido con el prójimo. Por su fidelidad se han ganado la recompensa del cielo.

Ellos son mártires y ser mártir indudablemente es un don, una gracia, un obsequio, un regalo amoroso de Dios a las personas que luchan, se entregan y buscan amar, y servir, a Dios, por medio del prójimo, como ha sido la vida de los beatos mártires Miguel, Zbigniew y Sandro.

El mes de agosto, es el mes del aniversario de los mártires del Perú, que han donado y entregado su vida por Dios y por el prójimo. Ellos se han ganado nuestra veneración, respeto y admiración, son modelos a seguir, como lo ha propuesto la Iglesia Universal, el 5 de diciembre del 2015, al colocarlos en los altares, y como lo expresan los diferentes testimonios, especialmente de la madre Virginia y Padre Jacinto:

“Padre Sandro calzaba “yanquis”, como los campesinos… era pintor, albañil, carpintero, electricista, gasfitero, músico… austero y trabajador incansable… El pueblo lo recuerda con cariño y gratitud... Pedimos su intercesión para las vocaciones peruanas y para nuestros pueblos que tanto necesitan” (Hna. Virginia – Pastorcita – Santa). El Padre Sandro fue y será siempre un Hombre de Dios, un hijo amado de nuestro creador, para cada uno de nosotros que lo conocimos. Como no tenerlo presente, como no recordarlo siempre, como no agradecerle de todo corazón a Dios, por habernos dado a un hijo, a un hermano, a un amigo, a un misionero, a un hombre de Dios, como eres tú querido Padre Sandro.

“El testimonio de los franciscanos conventuales Miguel y Zbigniew… es para nosotros, en primer lugar, una llamada para luchar efectivamente, desde los criterios evangélicos, contra toda fuerza de muerte, de mal, de inhumanidad, siempre contrarias al querer de Dios Padre que ama a todos sus hijos e hijas. La primera característica de este empeño es la de la fidelidad hasta el final, como lo hizo Jesucristo, el primer mártir que se hace presente en todos los demás mártires que mueren por la misma causa que Él.” (Fray Jacinto Lisowski OFM)

Así como Cristo se entregó y nos redimió, busquemos siempre ser gratos a Dios, con nuestra vida, con nuestro testimonio, en el día a día, en nuestro trabajo, en la sociedad, en la familia, en la parroquia a ejemplo de beatos mártires Miguel, Zbigniew y Sandro. ¡Que nuestra madre, la Virgen María, interceda por nosotros! ¡Felices Miguel, Zbigniew y Sandro que están en el cielo!.

(Publicada en Mar Adentro, agosto 2017)