Un estilo de vida

Chimbote en Línea (Cuestión de Fe- Artículo del Padre Gustavo Gutiérrez)).- Los pasajes acerca de la pasión, muerte y resurrección de Jesús se encuentran en las últimas páginas de los evangelios, pero son, en verdad, los más antiguos. Alrededor de ellos nació la comunidad cristiana. Paso a paso, el testimonio de los que habían acompañado a Jesús en su tarea misionera enriqueció el conocimiento que se tenía de él con los hechos y palabras que habían visto y oído.

Se fue dibujando así un estilo de vida propuesto a todos por los evangelios; un estilo que, inspirado por el Dios amor, busca establecer la justicia, la igualdad y una fraternidad que no conoce fronteras
El libro de los Hechos de los apóstoles cuenta que los auditores del sermón de Pedro el día de Pentecostés le formulan una pregunta decisiva: "¿Qué hemos de hacer? Comprendieron bien, el cristianismo es, ante todo, un hacer, no hay fe sin obras, la fe opera por la caridad, dice san Pablo.

Al plantear hoy esa interrogante debe convocarnos la Semana Santa vivida en un país que tiene una buena parte de su población viviendo en una inhumana pobreza y sufriendo una inicua desigualdad social. Debe convocarnos, también, a forjar una Iglesia pobre y para los pobres, como reclama el Papa Francisco. La muerte y resurrección de Jesús ilumina su vida, la Semana Santa nos hace ir a las fuentes evangélicas.

Jueves santo: Acción de gracias y servicio al prójimo. La celebración Eucarística responde al "hagan esto en memoria mía" de Jesús, memoria no solo de la Última Cena, sino de toda su vida: testimonio, enseñanzas, particular atención a los pobres y sufrientes, ternura, para anunciar el reino, o sea la voluntad de Dios amor, como reza el Padre Nuestro. Pero a esto se agrega otra memoria; en el Evangelio de Juan, en lugar del relato de la Eucaristía, encontramos el episodio del lavado de pies de los discípulos, gesto humilde de acogida y servicio hecho por Jesús 'para que ellos también lo hagan'; y, de este modo, mantengan viva la memoria de que esa debe ser la actitud de un seguidor suyo. ¿Dos memorias?

No, una sola, porque si acción de gracias y compromiso por crear un mundo justo no están ligados y no se nutren mutuamente, no dan testimonio de Jesucristo; la Eucaristía reúne, indisolublemente, ambas actitudes. Ese es el sentido que Jesús dio a su vida, proclamando su amor por todos y, de modo especial, por los últimos de la historia.

Viernes santo: Un reino de servicio. A la pregunta de Pilato "¿eres tú el rey de los judíos?" Jesús responde "mi Reino no es de este mundo". No se trata, como se dice con frecuencia, de un reino etéreo sin relación con la historia humana, el mensaje del evangelio al respecto insiste, por el contrario, en su presencia en este mundo. Lo que Jesús dice es que su reino no es como los que Pilato conoce, como el del César. Es un reino de vida, libertad, amor, justicia, un reino de servicio y no de dominación.

El mensaje del evangelio se dirige a toda persona y parte desde los pobres y maltratados, así lo ha recordado con vigor el Papa Francisco. Por esa prédica es crucificado, Jesús no buscó esa muerte, la encontró y no la rehuyó. En Getsemaní pidió al Padre que no fuera así, "aparta de mí este cáliz", pero añadió: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Es legítimo tener en cuenta el sufrimiento de Jesús el viernes santo, pero la nota central de la cruz no es el sufrimiento sino la entrega de su vida, un acto de amor. Una muerte aceptada en cumplimiento de una misión. Manifestación de un amor universal, que valora toda existencia humana, sin excepción, fundamento de una igualdad en la historia y más allá de ella.

Domingo de Pascua: El Dios de la vida. Este día comienza con la Vigilia pascual y se afirma en la mañana de Pascua, palabra que significa paso, tránsito. La resurrección de Jesús es una victoria sobre la muerte, todo tipo de muerte, por eso al Cristo resucitado hay que buscarlo entre los vivos, se dice en el evangelio de Lucas. El Dios en quien creemos es el Dios de la vida, afirmarlo es incompatible con la aceptación de una sociedad que no reconoce a todos su dignidad humana.

Con la sencillez de los auditores de Pedro preguntémonos, celebrando la Semana Santa más allá de formalidades y esquivas inercias: ¿Qué hemos de hacer? (Por: Padre Gustavo Gutiérrez- Pubicado en Evared)
 

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