Chimbote en Línea (Columnistas- Por: Germán Torres Cobián) La querella presentada por César Álvarez contra tres periodistas chimbotanos (supuestamente por haber sido objeto de injurias y difamaciones)es, probablemente, uno de los mayores errores de su circunstancial gestión como presidente de la Región Ancash. Y lo es porque una denuncia similar planteada por él mismo y sus abogados rábulas contra el periodista limeño César Hildebrandt, lo perdió ante la Corte Suprema de Lima.
Por tanto, existe jurisprudencia acerca de la razón que asiste a los periodistas denunciados y otros como ellos que por dignidad profesional critican el despilfarro del dinero público y revelan los sucesivos actos de corrupción que están perpetrando los cabecillas de “Cuenta Conmigo” en el Gobierno Regional.
Este nuevo intento de silenciar a la prensa consecuente ha generado el rechazo de las organizaciones representativas de los profesionales de los medios de comunicación: el Centro Federado de Periodistas y la Asociación Nacional de Periodistas, ambas entidades defensoras del gremio, han declarado persona non grata a César Álvarez y han convocado una marcha y plantón frente a la Corte Superior de Justicia del Santa para protestar ante este absurdo acto de intimidación.
Aunque Álvarez ignora que este tipo de querellas debilitan los derechos constitucionales de la libertad de expresión, astutamente sabe que esta aparente torpeza de su parte, solo busca acallar cualquier oposición a sus actos y convertir el derecho de opinión e información en mera propaganda oficial, en monopolio del Gobierno Regional.
Sin embargo, la libertad de palabra no puede ser acaparada por aquellos que disponen de todo el poder que de momento les ha otorgado el pueblo. (En el caso de “Cuenta Conmigo”, un poder emanado de un exiguo porcentaje de votos). Eso es propio de gobiernos fascistas.Los fascistas creen que la libertad de expresión es un privilegio de quien tiene el poder en sus manos.
Todos saben que entre las virtudes de Álvarez no está la de comunicarse con todos los medios, sino solo con los pseudo periodistas aduladores y asalariados que aplauden su gestión.
Esta afirmación se puede colegir de sus ruedas de prensa sin preguntas al final, entrevistas convenidas, propaganda magnificada de las pésimas obras que ejecuta su Gobierno, ocultamiento de la corrupción… Es decir, el clásico mensaje de quienes gobiernan a espaldas del pueblo y que pueden ser mafiosos, estafadores y empobrecer una sociedad, pero que, sin embargo, pretenden recibir el reconocimiento de todos los sectores sociales, incluido el periodismo íntegro.
Está claro que con esta querella y su victimización (“se meten con mi familia”, dice), Álvarez pretende conseguir la genuflexión de todo el mundo para volver a postular a una nueva reelección.
No obstante, confieso que no acabo de entender el meollo de su denuncia. Según me han informado, el presidente regional ha demandado a los tres periodistas por haberle llamado “mula” e “inútil” en sendas publicaciones periodísticas.
Su querella es por lo menos incongruente dado que la población chimbotana está acostumbrada a ver las pintadas de sus correligionarios que llenan las paredes de las avenidas Pardo y Bolognesi, y otras calles, cuando quieren reclamar algo al Gobierno central: “La bestia de Áncash no se rinde”, “La bestia hará realidad Chinecas”, “La bestia de Áncash hará el hospital de los pobres”, “El Terminal portuario para la bestia”. Todo ello en alusión al apodo que le puso Rómulo León, el aprista de los faenones, que también tiene nombre de bestia.
¿Qué diferencia hay entre lo que sus mismos partidarios le llaman, y lo que le han dicho los periodistas querellados? Es la misma vaina. ¿Es o no una bestia ese pobre animal llamado mula? A mi modesto entender, le han llamado “mula” metafóricamente por su terquedad en no corregir sus errores. Y eso, ni aquí, ni en Hawai, ni en Bombay constituye injuria o difamación.
Es imperioso recordarle a Álvarez que el pueblo tiene derecho a disponer de información suficiente para evaluar la gestión de sus gobernantes, a controlar el uso indebido e ilimitado del poder, a fiscalizar el empleo de los recursos públicos que no son suyos sino del pueblo, a investigar las licitaciones fraudulentas, las obras sobrevaloradas e inconclusas…
Criticar al Gobierno Regional en la persona de su presidente, no tiene el carácter de difamación o injuria. Es él quien insulta y se burla del pueblo ante su forma impune de gobernar al margen de la inmensa mayoría y solo en beneficio de familiares, partidarios y compadres. Basta ya.
Los ciudadanos que hemos asistido estupefactos la semana pasada al espectáculo bochornoso que ha protagonizado un locutor mercenario, borracho, majadero y cínico demuestra la clase de gentuza de la que se ha rodeado el presidente regional. Elementos como este, de baja estofa, son los únicos que avalan su gestión. Sin embargo, los periodistas chimbotanos honrados tienen la suficiente fortaleza, demostrada en otras ocasiones, para soportar las embestidas de cualquier bestia, mula o politicastro.
Álvarez olvida que muchos periodistas tienen escrúpulos, cualidad moral que él mismo y los periodistas genuflexos que le rodean parecen haber perdido, si es que alguna vez la tuvieron.
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