Madres recargadas: Voluntarias dividen tiempo en casa y albergues

Chimbote en Línea (Especiales).-  Vestidas con su característico mandil amarillo, más de un centenar de mujeres con un amor maternal sin límites cumple diariamente una agitada jornada, sin remuneración alguna, en los distintos centros del Inabif donde viven menores en abandono o riesgo, a quienes atienden como si fueran sus hijos biológicos.

María Victoria Carbajal (59) es parte de esa legión de mujeres que de lunes a sábado, en turnos de mañana y tarde, da de comer, juega, acompaña o lee cuentos a recién nacidos, niños o adolescentes albergados en los distintos centros del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif).

Está casada y tiene tres hijos ya adultos. Llegó al Inabif hace cuatro años, según comenta, porque quería dar calor de madre a los pequeños que no tienen a la suya al lado. “Soy mamá de todos porque los protejo, los abrazo, les doy de comer. Hasta me siento mamá de las adolescentes que son tan difíciles”.

Recuerda a Amparito, una pequeña de 4 años que llegó al Inabif cuando tenía 8 meses porque la ley decidió alejarla de su mamá por ser adicta a las drogas. La bebé lloró en sus brazos durante tres horas, sin parar, el desapego a su madre la afectó.

“Hasta que se cansó y se quedó dormida”, comenta Victoria mientras contiene el llanto al hacer memoria. “La vi tan desamparada. Pude sobreponerme a su tristeza”. Hoy Amparito es una niña con más confianza, sociable y con mucha personalidad.

Así de compenetradas están estas mujeres de la Asociación de Voluntarias del Inabif (Avinabif), que cuenta con 104 féminas que apoyan las diversas necesidades de los centros del atención residencial (CAR) de la institución. La mayoría son madres de familia y ya no tienen hijos en edad escolar.

Otra de las voluntarias es Yolanda Cruzado Tisnado (68), que ya tiene 10 años en la asociación. Tiene dos hijas adultas y es profesora jubilada. Siempre le gustaron los niños y niñas y nunca tuvo problemas en hacer empatía con ellos.

“Los que llegan a los centros de atención residencial son los que necesitan más de todo, demandan más atención, más afecto, compiten por ganar nuestra mirada. Pero con juego y cariño los distraemos con armonía. Hay que tenerles mucha paciencia”, dice.

Para ser parte de la organización es necesario presentar una ficha de inscripción y cumplir algunos requisitos que la directiva evalúa. No es una obligación ser madre de familia.

Pero lo que deben cumplir de todas maneras cuando ingresan al colectivo voluntario, es evitar las preferencias. No deben tener un engreído o engreída. Tampoco apegarse ni creer que, por ser parte del grupo, tendrán la oportunidad de adoptar. “Nuestro trabajo es de servicio, es colectivo, de apoyo”, coinciden María Victoria y Yolanda.

Una experiencia distinta es la de Amberly Wiggin (21). Ella es parte de una institución internacional voluntaria Tarpuy Songo (Sembrando Amor), que agrupa a jóvenes que buscan compartir cariño, juegos y dedicación con niños que son abandonados y viven en hogares que los reciben.

Amberly vive en Utah (Estados Unidos) y en mayo culmina su tiempo de trabajo en nuestra tierra. Llegó al Perú el 1 de diciembre del año pasado y regresa a su ciudad natal a finales de mayo.

Durante este tiempo, de lunes a viernes de 8:30 de la mañana a 1:30 de la tarde se encarga de jugar con los menores del CAR Divino Niño de Praga que funciona en las mismas instalaciones del Inabif, en el distrito limeño de San Miguel.
“Me gusta jugar con ellos, me divierto mucho. Podría enseñarles inglés pero no me gusta ese trabajo. Así que corro, juego fútbol, salto con ellos. Me gusta mucho. Hasta me ha dado ganas de ser mamá pero todavía soy muy joven”, cuenta.

Ella, al lado de sus amigas, sigue las indicaciones de una coordinadora que las orienta en el trato a los niños y niñas. No es madre de familia, pero su dedicación a ellos es íntegra.

Victoria, Yolanda y Amberly son una especie de guardianas del afecto con vocación de servicio, para suerte de los menores albergados en centros como el Inabif.  (Fuente: Andina)
 

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