Por: Fray Héctor Herrera (fundador CECOPROS) Jesús “Palabra de vida” (1 Jn 1,1) nos muestra el camino que tenemos que recorrer, en un mundo violento donde a diario la vida está en peligro. Se asesina por dinero. Se ciegan vidas humanas cuando está en juego la verdad. El crimen y la corrupción están impunes.
Y aquél que nos dio la vida, nos vuelve a interrogar para hacer una tarea en conjunto: defender y promover la vida humana, don de Dios, y urgir a las autoridades civiles, políticas, religiosas, educativas, judiciales, a las organizaciones, a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general para atacar el problema de fondo: la inseguridad ciudadana.
No podemos quedarnos indiferentes frente a una realidad donde los sicarios ciegan la vida de cualquier ciudadano, que quiere y ama la verdad y le hace frente a la corrupción y al chantaje. Los matones quieren implantar la cultura del miedo y del terror por medio del asesinato y es hora de decir: ¡Basta! ¡Sí a la vida! ¡No a la muerte física, moral y espiritual! ¡No a quienes quieren aterrorizar por el miedo a la ciudadanía!
Es hora de trabajar para recuperar los valores del amor y del respeto en la familia, en la estructura misma de la sociedad. Es urgente sanar el corazón y la mente del ser humano, oscurecida por la violencia y la corrupción. Y en esta tarea de conjunto están la familia y la institución educativa, los medios de comunicación social y las redes sociales para inculcar el sentido del valor por la vida.
Estamos a tiempo para saber discernir bien, analizar las causas y darles una solución concreta. Es posible hacer una labor de concientización y de reflexión. Y los medios de comunicación son el mejor aliado de promover una cultura de vida y de paz: difundir el respeto por los derechos y la dignidad de toda persona.
Los crímenes cometidos contra Sheyla Arce, el fiscal Luis Sánchez y los anteriores cometidos en la región y en el país no deben quedar impunes. La ciudadanía organizada tiene que hacer frente a esta cultura de muerte que se quiere imponer, para dar luz a una cultura de vida.
A esta tarea estamos llamados todos los ciudadanos, todos los cristianos, en especial las parroquias, las comunidades y los promotores de la vida y del desarrollo integral de las personas para sanar heridas, para buscar la reconciliación en la familia, niños, jóvenes y adultos. Sanación, reconciliación y unidad solidaria son signos de la presencia de Jesús resucitado para hacer realidad la cultura de una vida segura y digna. (Publicado en periódico diocesano Mar Adentro No. 50)