Al tocar este tema, denunció que un grupo de 300 párrocos austriacos pusieron en marcha “una llamada a la desobediencia”, en la que exigen reformas, como permitir el sacerdocio femenino y el de hombres casados, a los que el Papa reiteró su rechazo.
"Queremos creer en los autores de este llamado cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se debe enfrentar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos. Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino?", se interrogó el Pontífice.
Desde el 2006, sacerdotes austríacos lanzaron la "Iniciativa Pfarrer" (en alemán "Iniciativa del Pastor"), un llamamiento a la desobediencia para suprimir el celibato sacerdotal y dar acceso a la clerecía a las mujeres, dada la carestía de sacerdotes, entre otros puntos.
Después de la llamada "misa crismal", en presencia de todos los curas de la diócesis de Roma, el Pontífice realizó el tradicional lavado de pies en la basílica romana de San Juan de Letrán.
El Jueves Santo se conmemora en el cristianismo la última cena de Cristo con sus discípulos antes de su detención y su crucifixión.