Chimbote en Línea (Cuestión de Fe).-Visitando este jueves el Palacio del Quirinal, «quisiera llamar a la puerta de cada habitante de Italia, donde se encuentran las raíces de mi familia terrena y ofrecer a todos la palabra sanadora y siempre nueva del Evangelio», dijo el Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal, en la residencia oficial del presidente de esta nación.
Recordando la misión primaria de la Iglesia de testimoniar la misericordia de Dios, el Papa Francisco alentó a la solidaridad, a la esperanza, a un orden social y civil más humano y justo, con especial atención a la superación de la crisis económica y la falta de trabajo, a los migrantes y a la familia y a la promoción del bien común, la dignidad humana y la paz y justicia internacional. Sin olvidar la colaboración entre Estado e Iglesia, en la distinción de sus papeles y ámbitos respectivos de acción, por el bien de toda la sociedad.
Después del discurso del Presidente Giorgio Napolitano, el Papa dijo que con viva gratitud respondía con esta visita a aquella cordial que el mandatario cumplió, en el Vaticano, el pasado 8 de junio. Así como su amable bienvenida, en nombre del pueblo italiano. Tras destacar que esta visita quiere expresar también un signo de amistad, que ha podido conocer ya en estos sus primeros ocho meses de Pontificado, el Santo Padre abrazó en su recuerdo a Benedicto XVI y los lazos que unen a Jorge Mario Bergoglio con Italia:
«Gestos que se añaden a los numerosos que usted manifestó, durante su primer mandato de siete años a mi predecesor Benedicto XVI. A él deseo dirigir en este momento nuestro pensamiento y nuestro afecto, recordando su visita al Quirinal, que en esa ocasión él definió como «casa simbólica de todos los italianos» (Discurso 4 de octubre de 2008).
En mi visita a este lugar tan cargado de símbolos y de historia, quisiera idealmente llamar a la puerta de cada habitante de este país, donde se encuentran las raíces de mi familia terrena, y ofrecer a todos la palabra sanadora y siempre nueva del Evangelio».
Entre los momentos destacados de las relaciones entre el Estado italiano y la Santa Sede, como los Pactos de Letrán y el Acuerdo de revisión del Concordato, que cumple treinta años y que es marco de referencia normativa para un desarrollo sereno de estas relaciones, reflejando y sosteniendo la cotidiana colaboración al servicio de la persona humana y del bien común, en el respeto de los papeles y ámbitos de acción respectivos, el Papa se refirió a las preocupaciones del momento presente, como la crisis económica y sus repercusiones en la sociedad y recordó la misión de la Iglesia:
«Tantas son las cuestiones ante las cuales nuestras preocupaciones son comunes y las respuestas pueden ser convergentes. El momento actual está marcado por la crisis económica difícil de superar y, entre cuyos efectos más dolorosos, tiene el de una disponibilidad insuficiente de puestos de trabajo. Es necesario multiplicar los esfuerzos para aliviar sus consecuencias y para percibir y robustecer cada signo de esperanza.
La tarea primaria que le corresponde a la Iglesia es la de testimoniar la misericordia de Dios y alentar generosas respuestas a la solidaridad, para abrir un futuro de esperanza; porque allí donde crece la esperanza se multiplican también las energías y el compromiso para la construcción de un orden social y civil más humano y más justo y emergen nuevas potencialidades para un desarrollo sostenible y sano.»
Y como Obispo de Roma, el Papa se refirió a las visitas pastorales que ha realizado en estos ocho meses, tocando con mano las heridas de tantas personas en Lampedusa, Asís y Cagliari:
«Están grabadas en mi mente las primeras visitas pastorales que he podido cumplir en Italia. Lampedusa, ante todo, donde encontré de cerca el sufrimiento de aquellos que, a causa de las guerras o de la miseria, se encaminan a la emigración en condiciones a menudo desperadas; y donde he visto el encomiable testimonio de solidaridad de tantos que se prodigan en la obra de acogida. Recuerdo luego la visita a Cagliari, para rezar ante la Virgen de Bonaria; y a Asís, para venerar al Santo patrono de Italia y cuyo nombre he tomado. También en estos lugares he tocado con mano las heridas que afligen hoy a tanta gente.»
Francisco destacó la importancia de la familia, de su tutela y reconocimiento:
«En el centro de las esperanzas y de las dificultades sociales está la familia. Con renovada convicción, la Iglesia, sigue promoviendo el compromiso de todos, individuos e instituciones, en favor del sostén a la familia, que es el lugar primario en el que se forma y crece el ser humano, en el que se aprenden los valores y los ejemplos que los hacen creíbles. La familia tiene necesidad de la estabilidad y del reconocimiento de los lazos recíprocos, para desarrollar plenamente su tarea insustituible y realizar su misión. Al tiempo que pone a disposición de la sociedad sus energías, ella pide ser apreciada, valorizada y tutelada»
«¡Que Dios proteja a Italia y a todos sus habitantes!», deseó el Papa al concluir su discurso, asegurando sus oraciones y su anhelo y esperanzas afianzadas en el rico patrimonio de valores civiles y espirituales:
«Señor Presidente, en esta circunstancia me es grato formular el anhelo, sostenido por la oración, de que Italia tomando de su rico patrimonio de valores civiles y espirituales, sepa encontrar nuevamente la creatividad y la concordia necesarias para su desarrollo armonioso, para promover el bien común y la dignidad de cada persona y para brindar en el ámbito internacional su contribución en favor de la paz y la justicia» (Fuente: RV)
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