Al celebrarse el 61 aniversario del club José Gálvez, se programaron varias actividades. Una de ellas fue la misa, que fue celebrada el pasado martes 23 de octubre por el Obispo de Chimbote, Ángel Francisco Simón Piorno en la parroquia San Carlos Borromeo de Chimbote. Fue en esta celebración religiosa donde se evidenció públicamente el bajo nivel de integración y confraternidad que existe al interior del club, entre dirigentes, equipo técnico y jugadores.
(Fotos: Cortesía Hinchas Galvistas)
Los jugadores titulares del equipo de la franja, fueron en su mayoría, los grandes ausentes a esta celebración religiosa, pese a haber sido notificados.
Llegó las 7 p.m., hora de inicio de la misa, y ningún dirigente ni jugador galvista estaba en el templo. Minutos despúes llegaron los jugadores de la reserva, que se apostaron en las bancas del lado derecho del templo; mientras que los dirigentes y el técnico Javier Arce se ubicaron en el lado izquierdo.
Trascendió que la ausencia de los jugadores obedecía a que se les estaba adeudando un mes de sus honorarios profesionales; y que habían tenido una respuesta hostil del actual presidente del club, Sandro Bazán, quien se habría referido a los 4 partidos anteriormente perdidos, que sumados a la nueva derrota frente a la oncena de la San Martín ya son cinco y que han complicado aún la situación del equipo del pueblo.
Este malestar fue incluso comentado por el propio Obispo durante su homilía, quien se dirigió de manera directa a los dirigentes del club; instándoles a que les paguen de manera justa y a tiempo a sus jugadores.
Como suele ocurrir en las misas de aniversario, los integrantes y cabezas de la institución, son quienes hacen lecturas, peticiones y llevan ofrendas. Los dirigentes se negaron a hacerlo, mientras que algunos jugadores aceptaron sólo leer peticiones. Las ofrendas fueron llevadas, improvisadamente, por asistentes libres a la misa; ante la no participación de los miembros del club.
Más de una veintena de jugadores se congregaron para la misa, quienes intercambiaron entre ellos abrazos y saludos en el momento de la paz; gesto que no hicieron con los dirigentes y el entrenador, quienes se encontraban a escasos 3 metros. Incluso, el gerente del club, Miguel Koo Chía, prefirió quedarse cerca a los jóvenes futbolistas, como una manera de ofrecerles su respaldo y apoyo moral.
Más atrás pudimos observar a Barrena, aislado de su equipo escuchando la misa junto a sus familiares.
El Obispo de Chimbote, al terminar la misa, les dio la bendición a los jugadores presentes; tras recordarles que tienen un encargo especial de llevar la alegría al pueblo chimbotano; encargo para el cual deberían estar siempre preparados y reconocerse como hombres públicos, ejemplos para otros jóvenes.
Esta misa por el 61 aniversario del José Gálvez, sin duda, mostró la cruz interna que carga el equipo: jugadores titulares descontentos, pagos retrasados, dirigentes distantes de los jugadores, técnico más cercano a dirigentes que a sus pupilos; un espíritu de equipo ausente y la integración totalmente quebrada, que de no revertirse, seguirá llevando al Gálvez a más derrotas y con ello a perder todo lo ganado en este año, consolidándose como un seguro candidato al descenso. (Redacción Central)