Chimbote en Línea.- Quién no ha escuchado decir: ser maestro es una noble labor, pues exige sacrificio y no es bien remunerada. Esta frase tiene mucho de cierto, porque ser maestro es ser noble de corazón, para ver en cada estudiante a un ser humano que necesita ayuda, que necesita orientación, que necesita afecto, que necesita respeto y valoración.
¿Es una profesión sacrificada? sí; porque ser maestro exige constantemente estar leyendo, estudiando, actualizándose, pensando continuamente qué hacer para que los estudiantes logren desarrollar sus capacidades y lleguen a ser competentes; pensando en qué actividades puede generar para que los padres de familia se comprometan activamente en la educación y formación de sus hijos e hijas.
Bien remunerada o no, el mayor reconocimiento de un(a) maestro(a) es el que los estudiantes nos dan día a día, con una sonrisa, con un abrazo, con una ocurrencia, con unas palabras.
¿Qué es lo más importante que te enseña tu profesora?, se les preguntó a niños y niñas de 5 años del nivel inicial; sus respuestas fueron: me enseña a orar a Jesús, me enseña cantar a María, me enseña a compartir los juguetes con mis amigos, me enseña que primero hay que comer la comida y después el dulce, me enseña a hacer la tarea dibujando, me enseña a hacer la tarea pintando los animales y haciendo casitas, me enseña a jugar bonito y con cuidado con mis amigas…
“Por mi profesora siento amor, porque ella me enseñó a tener mucho amor”, “la quiero porque es bonita y se porta muy bien”, “siento felicidad aunque a veces reniega”. Dulces sentimientos, sinceras palabras, grato aliento, para sonreír y seguir adelante en este arduo y largo camino de ser maestro.
Gracias a Dios por aquellas palabras, por aquellas acciones, por sencillas demostraciones, de pequeños seres humanos con un amor sincero, que quizá no llena nuestros bolsillos, sin embargo llena nuestro corazón. (Por: Prof. Inés Bello)
Publicado en Mar Adentro, julio del 2017
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