Chimbote en Línea (Por: P. Fernando Asín Castellón) Hay un artículo de S. Levitsky (en La República) que defiende al electorado peruano tras la votación última. No es un electorado estúpido, irracional o ignorante. Las causas son múltiples:
1.- Despreciar al electorado es poco democrático. Implica que algunos ciudadanos (casi siempre los de menores ingresos) no son competentes para votar. Es el argumento utilizado en siglos pasados para justificar las restricciones al sufragio. Y, además es poco liberal. En vez de despreciar al electorado peruano, sería mejor estudiar por qué la gente vota como vota.
2.- El electorado peruano es muy diverso. Perú es un país heterogéneo y bastante desigual, con grandes diferencias sociales, culturales y regionales. Esa diversidad influye sobre el voto.
3.- En el Perú es casi imposible la racionalidad del voto programático. Éste requiere que los electores tengan información creíble sobre las diferencias programáticas entre los candidatos y confiar en que el ganador cumplirá con su programa. Estas condiciones no existen en el Perú. Hay demasiada incertidumbre. ¡En Áncash había 19 candidatos! Casi todos son personalistas, sin partido o programa claro. Y como la mayoría de los “partidos” son nuevos, y nunca han gobernado, el electorado no sabe cómo gobernarán.
4.- Otro factor es la desconfianza. El electorado no cree que los candidatos vayan a cumplir con sus programas, porque, por experiencia, no lo cumplen.
5.- Lo mismo pasas con la corrupción. Los candidatos que prometen “hacer las cosas bien” ya no son creíbles.
Y en otro artículo de A. Álvarez Rodrich (también en La República) se concluye: “Sin embargo, entender por qué, en determinadas localidades, las preferencias del electorado pueden ir por caminos como esos, NO DEBE IMPLICAR, por supuesto, aceptar y tolerar planteamientos que algunos candidatos realicen y con los cuales uno está en contra; como, por ejemplo, la exclusión, el racismo, la corrupción, el “roba pero hace obra”, la violación de los derechos humanos, el despilfarro de los recursos públicos regalándolos al elector, o el ataque a la libertad de invertir mientras se cumplen las normas establecidas.
La sociedad civil debe hacer la vigilancia ciudadana ante una democracia débil. Es urgente que el parlamento haga una ley de partidos políticos. Necesitamos consolidar la institucionalidad. (Publicado en Mar Adentro, noviembre 2014)
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