Chimbote en Línea (Cuestión de fe).- Juan el Bautista ha tocado con su predicación el corazón del pueblo admirado, porque la llegada del Mesías está próxima y tienen una gran esperanza. De esto nos habla el evangelio de Lc. 3,1018
Juan el profeta nos exige como ayer una conversión radical. En su tiempo había una gran injusticia y violencia, extremos de riqueza, de hurto y de pobreza. Hoy en día también nuestra sociedad necesita una conversión urgente. El bautismo que predicaba Juan va unido a un cambio de conducta. Hoy necesitamos un cambio profundo en nuestra vida personal y comunitaria. Sus oyentes se preguntan impresionados ¿Qué debemos hacer? (v. 10).
Y Juan nos responde hoy como ayer: “El que tenga dos túnicas dé una al que no tiene” (v.11) Es el gesto y la actitud de desprendimiento que nos lleva a la solidaridad compartida con el que carece de lo elemental. Hoy nuestra sociedad necesita ser más sensible con gestos concretos que nos lleven a superar las distancias entre los que más tienen y los que carecen de todo.
Los recaudadores de impuestos se hacían bautizar (v. 12). Y les dice “No exijan más de lo que está ordenado” (v.13). ¡Hermosa lección hoy, como los impuestos deben ser ordenados a la búsqueda del bien común y en obras de infraestructura que mejoren la calidad de educación y de vida de la población.
A los soldados (v.14), les exige no a la violencia ni al maltrato de la persona humana.
Hoy Juan nos hace el llamado a respetar y defender la vida humana frente a una sociedad violentista donde se asesina, desaparece a las personas, donde la impunidad e injusticia están presentes nos invita a un cambio de vida y una actitud coherente de unirnos, solidarizarnos y hacer efectivo el mensaje de justicia con alegría y esperanza para preparar el camino del Señor.
El mensaje central de Juan es prepararnos para recibir al Mesías que se acerca: “Yo bautizo con agua, pero viene uno que tiene más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias”(v.16). La humildad de Juan es una enseñanza profunda para nosotros creyentes de hoy. Sólo el profeta que tiene la mirada de Dios, puede contemplar con fuerza y radicalidad que acoger a Jesús, significa prepararle el corazón, la mente, el comportamiento y actitudes nuevas. “Porque Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”(v.16). Es prepararnos para la nueva era que se acerca. Porque es renacer con Cristo a una vida nueva.
Sólo la fuerza de su Espíritu nos hará capaces de vencer el temor, el miedo, la apatía e indiferencia frente a los poderes de la muerte y de la corrupción. Sólo el Espíritu de Dios nos hará capaces de diferenciar entre el bien y las fuerzas ocultas del mal enquistadas como dioses de muerte.
El anuncio profético de Juan, es una llamada de esperanza en la justicia para el pueblo de los pobres, no habrá ya más muerte, opresión, porque Dios está en medio de su pueblo, porque “apartaré de ti la desgracia y la vergüenza que pesa sobre ti” (Sof. 3,18). El mejor testimonio del cristiano es prepararnos con alegría. Dar testimonio de nuestra fe como nos enseña el apóstol Pablo: “Tengan siempre alegría en el Señor. Que la bondad de ustedes sea reconocida por todos. El Señor está cerca
DOMINGO III ADVIENTO C. D. 16.12.2012 LC. 3,10-18
¿QUÉ DEBEMOS HACER?
Juan el Bautista ha tocado con su predicación el corazón del pueblo admirado, porque la llegada del Mesías está próxima y tienen una gran esperanza. De esto nos habla el evangelio de Lc. 3,1018
Juan el profeta nos exige como ayer una conversión radical. En su tiempo había una gran injusticia y violencia, extremos de riqueza, de hurto y de pobreza. Hoy en día también nuestra sociedad necesita una conversión urgente. El bautismo que predicaba Juan va unido a un cambio de conducta. Hoy necesitamos un cambio profundo en nuestra vida personal y comunitaria. Sus oyentes se preguntan impresionados ¿Qué debemos hacer? (v. 10). Y Juan nos responde hoy como ayer: “El que tenga dos túnicas dé una al que no tiene” (v.11) Es el gesto y la actitud de desprendimiento que nos lleva a la solidaridad compartida con el que carece de lo elemental. Hoy nuestra sociedad necesita ser más sensible con gestos concretos que nos lleven a superar las distancias entre los que más tienen y los que carecen de todo.
Los recaudadores de impuestos se hacían bautizar (v. 12). Y les dice “No exijan más de lo que está ordenado” (v.13). ¡Hermosa lección hoy, como los impuestos deben ser ordenados a la búsqueda del bien común y en obras de infraestructura que mejoren la calidad de educación y de vida de la población.
A los soldados (v.14), les exige no a la violencia ni al maltrato de la persona humana. Hoy Juan nos hace el llamado a respetar y defender la vida humana frente a una sociedad violentista donde se asesina, desaparece a las personas, donde la impunidad e injusticia están presentes nos invita a un cambio de vida y una actitud coherente de unirnos, solidarizarnos y hacer efectivo el mensaje de justicia con alegría y esperanza para preparar el camino del Señor.
El mensaje central de Juan es prepararnos para recibir al Mesías que se acerca: “Yo bautizo con agua, pero viene uno que tiene más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias”(v.16). La humildad de Juan es una enseñanza profunda para nosotros creyentes de hoy. Sólo el profeta que tiene la mirada de Dios, puede contemplar con fuerza y radicalidad que acoger a Jesús, significa prepararle el corazón, la mente, el comportamiento y actitudes nuevas. “Porque Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”(v.16). Es prepararnos para la nueva era que se acerca. Porque es renacer con Cristo a una vida nueva. Sólo la fuerza de su Espíritu nos hará capaces de vencer el temor, el miedo, la apatía e indiferencia frente a los poderes de la muerte y de la corrupción. Sólo el Espíritu de Dios nos hará capaces de diferenciar entre el bien y las fuerzas ocultas del mal enquistadas como dioses de muerte.
El anuncio profético de Juan, es una llamada de esperanza en la justicia para el pueblo de los pobres, no habrá ya más muerte, opresión, porque Dios está en medio de su pueblo, porque “apartaré de ti la desgracia y la vergüenza que pesa sobre ti” (Sof. 3,18). El mejor testimonio del cristiano es prepararnos con alegría. Dar testimonio de nuestra fe como nos enseña el apóstol Pablo: “Tengan siempre alegría en el Señor. Que la bondad de ustedes sea reconocida por todos. El Señor está cerca