V Domingo de Pascua: Permanezcan en mí

 (Por Fray Héctor Herrera Herrera, o.p.- Fundador de Cecopros).-  En el A.T. la viña y los higos son figura del pueblo de Israel. El profeta Oseas 9,10 se refiere así: Como uvas en el desierto encontré a Israel. Es la figura de su pueblo y de sus gobernantes que no se han mantenido fieles a Dios.  El ev de Jn 15, 1-8 nos presenta al verdadero pueblo de Dios.

 

Jesús se nos presenta como la “la Vid verdadera y su Padre el viñador. El corta los sarmientos que en mí no dan fruto; los que dan fruto los poda para que den aún más” (v.1-2).

 

 El fruto que Dios esperaba de Israel era el amor a Dios y al prójimo, y no fueron fieles. Jesús nos presenta hoy estas dos exigencias: unión y comunión con Dios, amor y solidaridad para dar frutos de vida (v.4).

 Jesús quiere que sus seguidores vivamos alegremente el amor, que se profundiza en esa familiaridad con su Palabra, meditada, vivida y compartida. Porque quien cree y escucha la Palabra lo conoce al que lo envió (Jn 5,24; 3,36)

 Jesús nos enseña con su testimonio de vida a ser humildes servidores, amar con la compasión y la ternura para ir tejiendo redes de solidaridad, como nos recuerda el mismo apóstol Juan: “No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. Así conoceremos que procedemos de la verdad y tendremos ante él la conciencia tranquila” (1 Jn 3,18-19).

  ¿Cómo no aplicar y vivir estas palabras frente a tanto individualismo, inseguridad y desprotección de la vida humana? ¿Cómo vivir mejor esa solidaridad y comunión con Jesús sembrando los valores del amor a Dios y al prójimo, la justicia, la verdad, el respeto por la vida humana?

 Creer en Jesús, en su Palabra es dar fruto. Es dejarnos limpiar por su Palabra y en esto está la gloria del Padre “si dan fruto abundante y son mis discípulos” (v.8).

 Jesús nos invita, como lo hizo con San Martín de Porres, a encontrarnos con Él, se hace amigo nuestro. Porque él es la fuente de la vida (Jn 15,5-15). Así lo entendió Martín: amó a Dios con todo su corazón y a su prójimo con profunda caridad, nacida de una fe inquebrantable y un corazón humilde. Lo que le valió el apelativo del pueblo “Martín de la caridad”.

 Estas palabras del Papa Juan XXIII, pronunciadas un 6 de mayo de 1962 ¡Ojalá que el ejemplo de Martín sea para muchos lección provechosa de la felicidad y la dicha que se encuentra en seguir los pasos de Jesucristo y en obedecer sus mandamientos”.

 Jesús se hace amigo, hermano nuestro para que nosotros salgamos y nos hagamos amigos y hermanos de todos nuestros prójimos, como lo hacía Martín con los pobres, débiles,  enfermos, negros, mestizos, campesinos, todos cabían en su corazón. Se hizo prójimo y solidario porque amó a Dios con todas sus fuerzas.