Chimbote en Línea (Por: fray Héctor Herrera OP) Leoncio, tenía su jardín, amaba las plantas, a sus 82 años, trepaba los pequeños andenes como un joven. Su jardín era hermoso, lleno de rosas y de otras plantas.
Le pregunté qué hace usted para mantenerse tan joven. Mire, amo la vida, las plantas me dan alegría y producen bonitas rosas, porque las cultivo con amor y quiero que otros estén alegres y disfruten de estos lindos rosales y demás flores que ves. También Jesús disfrutaba de la vida y nos narra en el evangelio de hoy de Mt. 13,1-23 la parábola del sembrador.
El sembrador es Dios. La semilla es la Palabra que oían aquellos varones y mujeres que se reunían en torno a Jesús y que conocían la realidad de sus tierras en Palestina. Jesús hoy nos habla de la eficacia del fruto que tiene que dar su Palabra de vida en el corazón de cada oyente, el 30, el 60, el 100 por uno.
La Palabra de Dios es vida y tiene una fuerza transformadora en el corazón de quienes están abiertos a Dios, para producir frutos. Exige la libertad y responsabilidad de los discípulos. Jesús nos dice hoy: los que aceptan la Palabra van comprendiendo los misterios del reino de Dios.
Este reinado de Dios es sembrar la justicia como fruto del amor y de la paz. Frente a las seducciones o dificultades de la vida, la semilla puede ser ahogada por los afanes de este mundo: la corrupción, las injusticias, los atropellos contra la dignidad de las personas, el miedo, el sometimiento moral, la intolerancia.
La Palabra de Dios es semilla de libertad, de conversión, de compromiso y de testimonio de vida. Y se convierte en buena noticia cuando se la proclama con alegría y se vive en serio este discipulado de Jesús en medio del mundo que nos toca vivir.
La Palabra de Jesús es rechazada por la dureza de corazón. Sólo germina en el corazón sensible a Dios, a la realidad de la vida y al testimonio.
Como muy bien nos recuerda Is. 55,10-11: “Mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”. Jesús ha sembrado su Palabra, con generosidad y amor en tu corazón, porque te ama y quiere que produzcas frutos de calidad, como maestro, a, estudiante, profesional, obrero, ama de casa, o cualquier profesión u oficio que ejerces.
Sólo basta tu decisión, tu comprensión, tu disponibilidad como creyente para ser como comunidad cristiana testigo de la luz y de la verdad.
La palabra de Dios nos impulsa a cuidar y defender la creación como don de Dios. El apóstol Pablo nos recuerda hoy “…esta humanidad tiene esperanza de que será liberada de la esclavitud de la corrupción para obtener la gloriosa libertad de los hijos de Dios”(Rom 8,20-21).
Y ésta es nuestra misión frente al egoísmo de unos, defender el medioambiente, pero sobre todo crear un ambiente ecológico de amor y de respeto del uno por el otro para saber sembrar esa semilla del evangelio en el corazón de nuestra sociedad.
DOMINGO 15 T.0.CICLO A. D. 13.07.2014. MT. 13,1-23
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