Chimbote en Línea (Cuestión de Fe).- Jesús compartía la alegría de sus vecinos. Y está presente en las bodas de Caná, junto a su Madre y sus discípulos. De esto nos habla el evangelio de Jn 2,1-11.
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En Caná de Galilea, Jesús nos hace ver la llegada del reino de Dios, semejante a un banquete de bodas que el rey celebra para su hijo (Mt. 22,1 ss).
Ante la insistencia de su madre: “No tienen vino”, le responde “aún no ha llegado mi hora”. Se refiere a su pasión (Jn 17, 1; 12, 27). La pasión, a su vez, es el momento de la glorificación de Jesús, porque es la expresión suprema de su amor. "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (15,13).
Las 6 tinajas que se usaban para el rito de la purificación, son llenadas de agua convertida en vino (vv. 6-8). Jesús es el vino nuevo porque actúa con amor. Por eso cuando llegue la hora de su pasión será la hora del servicio, del sacrificio y gloría. La transformación del agua en vino, significa la vida abundante que Jesús nos trae.
Él es la verdadera Vid: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador (Jn 15,1). Y nosotros los sarmientos (Jn 15,5). Sólo unidos a Jesús seremos ese vino nuevo que nos transforma en mensajeros alegres y gozosos que Jesús está vivo presente en medio de nosotros, compartiendo la alegría de servir y de vivir.
Jesús manifestó su gloria y el poder de Dios salvando de una situación embarazosa a los novios. Él quiere que su Iglesia sea esa nueva viña que acoge, profundiza su Palabra, la comunica y se convierte en mensajera gozosa de la vida, de la fe y del amor de Dios.
Somos el vino nuevo de Jesús, cuando nosotros cristianos guardamos ese vino nuevo de la alegría de servir, de estar dispuestos y generosos para con nuestros hermanos, cuando convertimos nuestras comunidades en testimonio de alegría.
Cuando en la eucaristía compartimos el Pan vivo que es Jesús, nos alimentamos como familia y nos comprometemos a ser mejores ciudadanos y personas constructores de una paz estable y duradera que vela por la integridad de la vida de sus hermanos, cuando estamos atentos a los problemas, angustias y alegrías de los hermanos seremos signos de fraternidad, de unidad, de personas agradecidas a Dios, que ven en los signos de los tiempos y de cada día la mano de Dios, que quiere hacer obras grandes para darnos la alegría de vivir.
Jesús comparte la alegría de una joven pareja que celebra la alianza de amor. Representa la alianza y la viña nueva sellada en este Jesús que sella con su amor la alegría de darse totalmente a la humanidad. En la boda nos sella también para una misión dar vida a los demás con amor y por amor. (Por: Fray Héctor Herrera, o.p.)