Hoy celebramos a Santa Teresa. Ella fue una mujer de una intensa vida espiritual, caracterizándose por esa actitud coloquial con Dios. En sus poemas decía: “Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”. Se le proclama como “Madre Espiritual”, por su temple en hacer la reforma de la Orden Carmelitana.
Ella nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515. Hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. Tuvo 12 hermanos.
Amó a Jesús y la Cruz. Porque el camino de la cruz es camino de libertad, para iniciar una reforma profunda como la hizo ella. Volver a las fuentes de la austeridad, penitencia y oración. Ella decía:
"En la cruz está la gloria, Y el honor,
Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,
Y el camino más seguro para el cielo."
Si reflexionamos hoy sobre el evangelio de Lc. 11, 5-13. Jesús nos ha descubierto en los primeros versículos 1-4, el sentido de la oración y a llamar a Dios Padre nuestro, que gira ante dos realidades:
1. Dios es Padre nuestro, a quien tenemos que santificar con nuestras palabras y obras, para cambiar de mentalidad y que su presencia se note entre nosotros. Así lo entendió Teresa.
2. Nuestro prójimo por quien nos comprometemos a luchar por la justicia, por la creación, por la cultura, la ciencia, la tecnología. Y que pese a los roces y enfrentamientos necesitamos perdonarnos para obtener el perdón de Dios.
Y Jesús nos pone ese ejemplo de ser constantes en la oración.
Supongamos que tenemos un amigo que viene de a medianoche y pedimos un préstamo porque no hay nada que ofrecerle. El otro, aunque se fastidie, se levantará para no importunarle,
“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abre”(vv. 9-10).
Ser constantes al proyecto de vida que Dios tiene para nosotros es lo que nos enseña Teresa. Fue una mujer constante en la oración. Oraba sin desfallecer, como tenemos que hacerlo nosotros. Se sentía fortalecida y animada.
El proyecto de vida cristiana que Jesús nos propone es evitar el desánimo, la fatiga, el miedo. Frente a la codicia, rivalidad, egoísmo y el mal, no nos desanimemos. Sintamos que tenemos un Dios y que con su fuerza y gracia, sólo él basta.
La constancia y la perseverancia, llevó a Teresa, junto con San Juan de Ávila, a realizar la reforma tan deseada. Caminó y vivió según el evangelio de Jesús. Y popr hoy 11.10.1962, hace exactamente 50 años, se iniciaba el Concilio Vaticano II, para abrir las ventanas de la Iglesia, para que entre aire fresco, como decía el recordado Papa Juan XXIII.
Hoy como Iglesia tenemos que ser perseverantes en la oración, en la meditación y lectura de la Biblia para refrescar nuestras mentes y corazones a la Palabra viva que es Jesucristo. Y abrir nuestro corazón solidario a las necesidades de nuestros hermanos.
Por eso el evangelio nos ha involucrado a todos ¿Qué padre si hijo le pide un pan le da una piedra? ¿O si le pide pescado, le da una culebra?. Si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas ¡Cuánto más su Padre...(vv.11-13)
Para nosotros cristianos católicos, la constancia, la perseverancia y sobre todo la convicción de fidelidad a Cristo y de pertenencia a nuestra comunidad, ésta Iglesia conformada por todos los que creemos en Cristo, nos hará capaces de perseverar en este proyecto de vida que Dios tiene para nosotros.
Jesús nos muestra a través de esta parábola del amigo inoportuno, que Dios es fiel. No nos abandona, sino que está con nosotros sus hijos, para darnos un Espíritu no de temor, sino de amor, fortaleza, ciencia y sabiduría para saber hacer bien las cosas.
Es a nosotros que nos exige como creyentes a tener la valentía y fortaleza que tuvo Teresa, para ser perseverante y constante en las obras que comenzamos. Y sobre todo en ese espíritu de amor, solidaridad y servicio en la que ha sido formada esta comunidad, en sus orígenes por el P. Raúl Clark.
Y que hoy continúa a través de este joven peruano P. Giovanni Sabogal, que con mucho amor, alegría y entusiasmo del pastor juvenil, les acompaña en el trabajo de ir edificando esta Iglesia de Chimbote, que también celebra 50 años, animada por el espíritu del Vaticano II, los documentos de Medellín y de Puebla, que ha sido alimentando a través de las diversas conferencias episcopales hasta aparecida.
Renovemos nuestra fe en Cristo, para decir como Pablo: Quien vive, Cristo. Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. (Homilía de Fray Héctor Herrera OP en la parroquia Santa Teresa de Avila de Chimbote)