Chimbotenlinea.com (Por Fray Héctor Herrera OP).- Mc 7,31-37 nos presenta a Jesús recorriendo los territorios de Tiro, Sidón y de diez ciudades, (v.31-32), curando a un hombre, buscándonos para abrir nuestro espíritu y para que se nos suelte la lengua para alabar, bendecir y predicar en su nombre.
Se encuentra con un sordomudo, enfermedad que era considerada un castigo en esa época. Y quien la sufre era considerado un pecador o hijo de pecadores (cf. Jn 9). Él va a sanar a este varón y lo va a reintegrar a la comunidad, aún más nos muestra la salvación universal, frente al rechazo de los judíos. El sordomudo simboliza la actitud cerrada frente al proyecto de Dios de escuchar su Palabra, y tartamudez para proclamarlo.
Jesús toca al sordomudo, lo acoge como una persona, ora y le dice: ¡Effatá! ¡Abréte!(vv. 33). Le devuelve la salud y lo integra a la comunidad. ¡Hermoso y profundo ejemplo para nosotros cristianos de hoy! Tenemos que ser comunidades que escuchan y practican la Palabra de Dios, devolviendo la salud a los enfermos, reintegrándonos a la comunidad.
Fr. Agustín Evans, o.p. escuchó la voz de Dios, que lo llamaba a servir a los más discapacitados. Y funda el Centro de Educación Especial para niños discapacitados, que hoy es Fe y Alegría 42. Les devolvió la alegría a muchos. Sembró en la comunidad, un sentido de solidaridad y atención a esos niños marginados.
Con mucho amor y paciencia, escuchaba y hacia realidad lo que nos dice el profeta Is. 35,5-6: “Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán. Saltará como el ciervo el tullido, la lengua del mudo cantará”. Formó a varias personas para que se dediquen a la educación especial. Tras de sí dejó una huella de amor y de esperanza.
Hoy tenemos que escuchar la Palabra del Señor. No ensordecernos por la soberbia, ni los afanes y apariencias de este mundo, sino abrir nuestro espíritu y corazón a este Jesús que nos trae una nueva vida y actuar como dice hoy St 2,1-5, no por favoritismos, sino pensando en los pobres, elegidos de Dios para hacernos ricos en la fe.
Somos herederos de un reino de amor, que se construye en el diario trajinar de una búsqueda del respeto y de los derechos de todos, en especial de los más olvidados, que son la imagen de Dios. Buscar la justicia con verdad, la sanación de las personas es admirar a Jesús vivo y presente en nuestra vida cotidiana: “Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (v. 37).
Hacer todo lo bueno, alimentados por la Palabra y el Pan de vida, es el compromiso que Jesús nos exige para aliviar, acompañar y compartir con nuestros hermanos. En el amor y las obras nos conocerán si somos discípulos y seguidores de Jesús.