Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera) “Nadie puede estar al servicio de dos señores, pues, odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No pueden estar al servicio de Dios y del dinero” (Mt 6,24).
Estas sabias palabras de Jesús, son un llamado de atención para todos los ciudadanos no sólo para quienes ejercen cargos públicos, sino también en nuestra vida personal y comunitaria.
Es el amor a Dios que te lleva a servir con amor y respeto al pueblo que te eligió y te da la autoridad para servirlo y hacer las obras bien hechas y construidas por empresas que tienen solvencia económica y moral y que se someten a las reglas de juego de ser evaluadas y supervisadas para que se entreguen en un plazo determinado sin afectar la vida y seguridad de los ciudadanos.
Por otra parte el pueblo a través de sus organizaciones y colegios profesionales tiene que convertirse en un veedor de las obras para que éstas se ejecuten con responsabilidad y lealtad al pueblo.
La ola de violencia generada por los cupos en las obras, nos hace reflexionar de la necesidad de poner orden y respeto por la vida de los ciudadanos. No podemos estar lamentándonos cada día de las víctimas o amenazas que penden sobre la vida de algunos.
A veces el dios dinero o el Mamon bíblico, se ha convertido en el ídolo del poder, la soberbia y la prepotencia, de quienes pretenden manejar las obras inconclusas o mal hechas que en nada benefician a los usuarios.
Es urgente construir una cultura de vida y de paz, basada en sólidos principios morales y éticos, donde se pongan a los mejores, se busquen concursos de licitación de obras públicas que tengan en cuenta al ciudadano de a pie.
Dios nos ha dotado de principios, de inteligencia, razón y buen juicio para estudiar, investigar y aportar a la construcción de una nueva sociedad con una mentalidad no mercantilista, sino con una mentalidad ética que cuide del medioambiente, que cree un sistema ecológico más humano y digno en las relaciones humanas, donde más allá de ideologías, se vea y se busque el bien de todos.
Tenemos mucho por construir, pero depende de cada uno de sus valores, de sus cualidades y de sus aportes para tomar en serio que un desarrollo sostenido en esta región, localidad y país, depende de un desarrollo moral integral.
En nuestras manos está redescubrir esa mirada de un Dios cercano y presente en nuestra vida cotidiana, que mira el sufrimiento de su pueblo. Que nos da la fe y la esperanza de que sea posible hacer las cosas bien hechas, si tenemos una viva consciencia que el Dios en quien creemos nos ha creado para ser libres.
Y que la libertad crece y madura donde hay respeto, tolerancia, capacidad, inteligencia y ejecución de llevar los proyectos adelante pensando no en pocos años, sino pensando en las próximas generaciones que verán con entusiasmo el ejemplo y testimonio que sus mayores les brindaron.
Sólo así tendremos un corazón fuerte amar y un espíritu solidario que nos capacite a mirar con proyección de futuro, protegiendo y defendiendo la obra que Dios pone en nuestras manos. (Publicado en Mar Adentro, agosto 2013)
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