Caso Santa: el clamor de los humildes

Chimbote en Línea (Por: Jorge Izaguirre Olivera*) “Los cínicos no sirven para ser periodistas”, fue la frase que retumbaba en mis oídos. Quizá, fue porque aún el cinismo no se me hace costumbre o  la indignación de quien lo dijo tenía un sentido de reclamo, por lo que se pudo hacer y no se hizo, tras la matanza de  nueve humildes campesinos del distrito de Santa.

Seamos sensibles, seámoslo siempre. Un país que muestra ser indiferente con su prójimo por el simple hecho de considerarlo diferente ya sea por su raza, lengua, color de piel y miles de etiquetas que solo dividen a una nación.

Han pasado 25 años de la desaparición de nueve campesinos probablemente  a  manos del grupo paramilitar Colina, comandado por el expresidente Alberto Fujimori, quien teniendo hambre y sed de poder quiso apabullar a nueve obreros que simplemente reclamaban el respeto a sus derechos laborales.

La fiesta del Primero de Mayo logró convencer que todo iba bien, pero éstos no sabían que al día siguiente ya no estarían para contarlo o quizá para seguir con la celebración.

El único culpable aquí es Alberto Fujimori. Luego del autogolpe del cinco de abril, para Fujimori no había nada que le detuviese o cuestione. No obstante, conociendo las quejas acerca de campesinos revoltosos decidió aniquilarlos la madrugada del 2 de mayo de 1992. Lo más inexplicable es que las víctimas estaban tan bien identificadas por el grupo paramilitar, que además de conocer su vivienda sabían quiénes eran con nombre y apellido. ¿Será acaso un trabajo particular para el grupo Colina? ¿Cuánto vale tu vida para el fujimorismo?

Tras la muerte de estos hombres y la larga espera que hubo para poder hallarlos (1992 – 2011), sólo atinamos a decir que la indiferencia de la población de Santa refleja el nivel de educación de la misma, el grave error de la educación peruana. La Huaca Corral ubicada en Guadalupito, región La Libertad, fue la última parada de estos nueve paisanos que murieron por defender sus derechos, no obstantes los malditos asesinos decidieron denominarles terroristas.

La pasividad de los medios de la época hizo poco o nada para revertir la situación. Cabe resaltar, que para  la Comisión de la Verdad y Reconciliación  las injusticias no permiten la unidad del país, y que si esto no cambia ese rencor podría ocasionar acciones similares en el futuro.

Los peruanos deben tomar conciencia y tornarse sensibles con respecto a esta penosa época de la historia nacional marcada de sangre, corrupción y engaños.

Aspiremos a luchar contra la injusticia que vive nuestro país, no permitamos que el rencor y la rabia nos invadan, porque si fuera el caso caeríamos en una sociedad de la muerte o quizá entre peruanos nos asesinaríamos. Mi nombre es Jorge y no soy terrorista, ni mucho menos fujimorista.

*Alumno de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Santa – Curso: Periodismo de Opinión e Interpretación
 

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