Morir por ser mujer

Chimbote en Línea (Libre Opinión).- Natalie Cayo tenía 23 años. Había terminado una relación sentimental con Luis Caballero. A las 6am del primer día de enero de este año, murió apuñalada por su ex pareja quien, tras una discusión, decidió que esa era la mejor manera de castigarla por no querer retomar la relación con él y, finalmente, huyó del lugar. La primera noticia de este año fue este caso de feminicidio; sin embargo, esta no es noticia nueva. Se trata de un panorama de terror que se mantiene vigente por la desidia de las autoridades respectivas, la falta de conciencia ciudadana sobre este problema que nos atañe a todos, y por la falta de una perspectiva de género concreta en el poder judicial a la hora de cumplir con su labor.

Han pasado sólo 21 días desde que se iniciara el año 2014 y contamos ya 4 casos de feminicidio. La data sobre las tentativas de feminicidio aún no se encuentra disponible.  En el 2013 fueron 119 los casos de feminicidio, 83 en el 2012, 93 en el 2011 y 121 en el 2010. Las cifras son de terror y son sólo superadas por República Dominicana. En los últimos cuatro años, 420 mujeres han sido asesinadas y la cifra en lugar de disminuir, aumenta. El promedio mensual de feminicidios en el año que pasó fue de 11. Once mujeres que pasaron desapercibidas en la gran prensa y en la agenda cotidiana. Ocuparon con suerte una pequeña nota interna en los medios de prensa escrita, o un reportaje corto donde se resaltó antes el titular amarillista típico como “la apuñaló por celos”. Como si la causa pudiera atenuar en algo el crimen. ¿Hasta cuándo no se tomará este asunto con la seriedad que merece?

Si el promedio mensual de feminicidios en el año que pasó (11) lo sorprendió, espere a ver otras cifras. Por ejemplo, ¿cuánto debería indignarnos que de los causantes de feminicidio en el año 2013 sólo el 3% se encuentre preso? Y esto no es todo, el 25% se encuentra prófugo, y esta es tal vez la revelación más vergonzosa, el 0% se encuentra sentenciado. Repetimos: el cero por ciento se encuentra sentenciado.1

La lucha por lograr que el delito de feminicidio se tipificara fue ardua y no hubiera podido lograrse sin la acción constante de diversos grupos feministas, sin embargo, aún cuando la tipificación ha sido lograda y las sanciones endurecidas, así como indigna que el 0% haya sido sentenciado, nos enteramos también que durante el año 2013, algunos jueces liberaron a 148 sujetos implicados feminicidios. La impunidad respecto de estos agresores resulta perversa pues al no sancionar a un asesino no sólo se maltrata la memoria de la víctima (revictimización) y de sus seres queridos, sino que también se legitiman estas acciones. ¿Cómo puede rechazarse el feminicidio si a aquellos que lo perpetran se les permite salir en libertad? Se trata de un doble discurso donde se endurecen penas por un lado, pero se hace caso omiso a la justicia por otro.

Pero hay, sobre todo, un tema de fondo. Tras cada feminicidio prevalece, además de un asesinato a sangre fría que no merece ser atenuado en ningún sentido, el machismo. Lamentablemente, la idea de que las mujeres somos objetos sobre los cuales es la voluntad del hombre la que prevalece es una de las taras más graves de nuestra sociedad y la sufrimos todas cotidianamente. Esta se manifiesta en diversas formas y espacios.

Recordemos por ejemplo las brechas salariales entre hombres y mujeres que desarrollan la misma actividad, o el menor acceso a educación formal en zonas rurales por parte de mujeres respecto de los hombres, o las cifras de violaciones que también son de terror, o el acoso callejero al que nos vemos expuestas todos los días (en cualquier momento del día y en cualquier lugar), o la falta de reconocimiento y valoración económica y social del trabajo no remunerado que miles de mujeres realizan en la vida familiar y comunitaria, etc. Por si fuera poco, padecemos también por la imposición que se quiere hacer desde el Estado sobre nuestros cuerpos y nuestras decisiones.

El feminicidio es, pues, una manifestación de esta ideología y cobra vidas de mujeres todos los meses. El feminicidio mata, sí, pero la impunidad y la indiferencia también. Nos corresponde a todos exigir que este tema sea puesto en agenda y se aborde como prioridad. Recordemos que los que pagamos el precio de la impunidad somos todos. A las mujeres en especial, nos toca recordar que todas somos potenciales víctimas. Un país donde la muerte de mujeres es de 11 mensuales en promedio no es un país que avanza, aunque estas cifras sean barridas bajo la alfombra del crecimiento macroeconómico sobre el cual, claro, sí se habla y mucho.  (Fuente: www.otramirada.pe)

 

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