Frei Betto: Juego del poder

Chimbote en Línea (Libre Opinión).- El golpe maestro de Marina Silva al adherirse al PSB de Eduardo Campos comprueba lo urgente que el Brasil necesita una reforma política.

Las manifestaciones callejeras de junio demostraron que una importante parcela de la población, sobre todo de jóvenes, no confía en los partidos políticos. Éstos se desgastaron debido a su falta de fidelidad a sus principios estatuarios y programáticos.

Más allá de lo que digan sus estatutos fundacionales, lo que les interesa en la práctica es el hambre de poder, el toma y daca, las alianzas y apaños, aun los espúreos, promiscuos y sellados por el vil metal de la corrupciòn.

La elección presidencial del 2014 está llamada a quedar reducida a una competencia entre caciques políticos. Detrás de bastidores, las alianzas partidistas, con su repercusión en los espacios televisivos gratuitos, se armarán en base a promesas de distribución de los ministerios, segunda caja, sorteo de cargos y funciones.

Aunque los candidatos declaren maravillas ante los electores, a la hora de la verdad, al conocer el resultado de la elecciòn, lo que en verdad va a contar serán los acuerdos firmados durante la campaña. Ése es el coronelismo: el país dividido en corrales electorales, las divergencias programáticas escondidas tras las ambiciones personales, el ansia por apropiarse de la máquina del poder.

Ese maquiavelismo es muy anterior a Maquiavelo. Jesús fue una víctima del mismo. Pilatos, gobernador de Judea e interventor romano, no era bien visto a los ojos del sanedrín de Caifás, que era el poder judío. Pero los dos poderosos se pusieron de acuerdo cuando se trató de defeder el (des)orden vigente criticado por Jesús, especialmente cuando derribó las mesas de los cambistas en el templo de Jerusalén (equivalente a impedir hoy el funcionamiento de la Bolsa de Valores).
Prisionero político, Jesús fue condenado por ambos poderes.

¡Qué difícil es suscitar esperanza en los jóvenes, convencerlos de la importancia de no quedar indiferentes ante el proceso electoral, cuando se constata que ningún candidato pone el proyecto Brasil por encima de su proyecto de poder! Las opiniones de los mercadólogos siempre tendrán mayor importancia que las reivindicaciones de los electores.

Desde 1980, en que fue fundado, hasta el 2002, cuando Lula fue elegido presidente por primera vez, el PT defendió, como imprescindibe para el Brasil, la reforma agraria. Después de diez años en el poder, poco se hizo en ese sentido. Al contrario, se ampliaron los latifundios, grandes extensiones de tierra fueron apropiadas por extranjeros, el agronegocio avanzó sobre la Amazonía y se trata aún a los indígenas como un estorbo para el progreso.

No soy tan ingenuo como para creer que la política depende de liderazgos carismáticos, aunque éstos sean buenos captadores de votos. El mejor liderazgo nunca podrá ser coherente con sus principios en tanto perdure esta estructura política intrínsecamente antidemocrática, elitista y corrupta. El infierno está lleno de buenas inteciones.

Mientras no se convoque una Constituyente exclusiva para la reforma política, al elector le queda el manifestarse en las calles, mostrar su indignación, organizar la esperanza, y hacer de su voto un recurso de rechazo vibrante ante el caciquismo y la promociòn de aquellos candidatos que de verdad estén dispuestos a romper el férreo tabú de que las estructuras brasileñas son inctocables.

Como ya avisó Cazuza, muchas de nuestras ilusiones están perdidas, nuestros sueños fuereon vendidos, y de nada sirve lamentarse de cara a la pared. Necesitamos una ideología que imprima sentido a nuestras vidas y a nuestra política.

En caso contrario seremos escarnecidos todos por el neoliberalismo, que trata de hacernos a todos consumidores y no ciudadanos; por el fundamentalismo religioso, que insiste en negar la laicidad del Estado; por los partidos que, como demostró Lampedusa, predican cambios para que todo siga igual. (Fuente. EVARED)

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Frei Betto es escritor, autor de "Hambre de Dios", entre otros libros

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