(Por: Monseñor Ángel Francisco Simón Piorno) Navidad: nos abrimos a la Luz. Sin darnos cuenta, de una manera silenciosa llega la Navidad. iQué maravilla!. La Palabra eterna de Dios, que se hizo hombre en las entrañas de la Virgen Madre, ha querido habitar entre nosotros. Cuando la noche estaba en la mitad de su carrera, nacía Cristo, luz del mundo.
El amor de Dios no se ha detenido en barras y se compromete con todos los seres humanos de todos los tiempos, aunque los que reciben la gran noticia son los pastores que representan a los excluidos del mundo.
"Hoy les ha nacido en la ciudad de David les ha nacido el Salvador, el Mesías y Señoril. Lc.2, 11.
¿Cómo va a ser el Hijo de Dios y el Salvador de los hombres" este niño nacido en Belén? Sus padres no encuentran un lugar digno y tienen que cobijarse en un refugio de pastores.
Esta lección sin duda fue difícil de asimilar por la primera comunidad cristiana y lo sigue siendo para nosotros hombres y mujeres del siglo XXI, que hemos convertido la Natividad del Señor en una fiesta de despilfarro y ostentación.
Y sin embargo, esto aconteció porque Dios Padre así lo quiso.
Cristo, al venir a este mundo, se hizo solidario, no de los que tienen las, mesas llenas, sino de los marginados, de los que no tienen nombres ni apellidos conocidos, y de los que no tienen casa.
¿Cómo no acercarnos al pesebre para depositar en él nuestro afecto y nuestra gratitud?
En su humildad y en su pequeñez, reconocemos a Aquel, por medio del cual fueron creadas todas las cosas, en el fruto bendito de la Madre, descubrimos al Redentor.
Cuánta es la dicha que nos embarga. Jesús es la fuente de la alegría y de la esperanza.
Su nacimiento abre al mundo, al conocimiento y a la luz. Con solo mirarlo empezamos a comprender lo inaudito y lo impensable. Cristo es la expresión del amor sin medida de Dios Padre, que quiso fuera semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado.
Te adoramos y te bendecimos Hijo de Dios, Hijo de María, débil e inerme hermano nuestro. iFeliz Navidad!