(Por: Antonio Luna Neyra) El reciente asesinato de un policía a manos del narcotráfico en Chimbote, la violación de una secretaria por un Juez de Huari en su propio despacho, el acuchillamiento de un profesor por tres de sus alumnos en su propia aula, la sinvergüencería de los congresistas otorongos de Ancash de pretender subir sus sueldos de 22 mil a más de 30 mil soles, el extraño asesinato del alcalde provincial de Casma, el incremento excesivo del precio de la matrícula en los colegios públicos y privados, están arrastrando a Chimbote y Ancash al borde de la desesperación, el precipicio y el holocausto.
La impunidad de numerosos asesinatos y actos de corrupción, la escandalosa compra de cuantiosos periodistas y medios mermeleros, la crisis de los partidos políticos, la pobreza económica, social y moral a la que se empuja a la población y la creciente pérdida de esperanzas de un futuro mejor, recrean la dramática realidad que viven hoy un puerto y una región que alguna vez perdieron brillantes oportunidades de alcanzar mayores niveles de desarrollo y bienestar, basados en el trabajo, la justicia, la democracia, la cultura, la paz y la ética.
Chimbote se encuentra entre las ciudades más violentas y corruptas no solo del Perú sino de América Latina, donde se cometen el 42% de asesinatos en el mundo, superior a muchas ciudades de Colombia, país que lidera la violencia e inseguridad ciudadana.
La población se siente desprotegida y cree que la vida no vale nada, mientras tanto sus autoridades no pueden o no quieren hacer nada porque quizás les convenga el río revuelto o son unos incapaces.
La policía, la Fiscalía y el poder judicial no están a la altura de la pacificación y moralización que necesita el país, por eso requerimos reformas urgentes y radicales. La población, la mayor víctima del caos gubernativo y la violencia, debería tomar cartas en el asunto de manera organizada como se hizo durante la violencia terrorista de sendero y del Estado, pero la presencia de gente lumpen y violentista en algunos gremios populares, poco o nada pueden ayudar al cumplimiento de esta tarea.
En realidad no va a ser fácil salir de este callejón oscuro lleno de violencia y corrupción, donde gobiernos nacionales, regionales y municipales, Congreso de la República, gobernaciones e instituciones encargadas de combatir el delito siguen inertes y envueltos en la espiral violentista.
Pero sobre todo, comprometidos o atrapados por las garras de la corrupción, una de las causas principales de la inseguridad y el crimen y cuyo mejor antídoto es el desarrollo.
El combate a la corrupción y la construcción del desarrollo es una de las falsas promesas del Humalismo.
Pero, hubo un largo periodo, entre los años 20 y 60, que Chimbote y Ancash tuvieron momentos de paz, de estudio de su realidad y crecimiento económico, social y cultural, de esperanza en el futuro con el que soñó Enrique Tovar, Antúnez de Mayolo, Julio C. Tello y Carlos Salazar Romero, grandes personajes que no solamente amaron estas sagradas tierras de promisión sino que aportaron con sus conocimientos y ejecución de sus proyectos al engrandecimiento de sus pueblos.
Los primeros periódicos y la genial obra Tierra de Promisión Chimbote de Enrique Tovar publicados en los años 20, el colegio San Pedro fundado en 1942 y dirigido por Salazar Romero donde se formaron destacadas generaciones de chimbotanos.
El proyecto de la hidroeléctrica del Cañón del Pato y de la siderúrgica de Chimbote concebidos y propuestos por Antúnez de Mayolo al Congreso en los años 20 pero inaugurados el 21 de Abril 1956. La Corporación Peruana del Santa, el ferrocarril a Huallanca, el Hospital La Caleta, el alumbrado público y el Agua Potable a principios de los 40 y principalmente el boom pesquero desde los años 50 hasta el 70, sentaron las bases para hacer de Chimbote un gran polo de desarrollo.
Chimbote creció vertiginosamente pero no logró convertirse en el sueño de Tovar, en un gran balneario turístico internacional, un mar limpio y sin contaminación ni depredación, fuente inagotable de alimento humano, gran emporio agroindustrial y siderúrgico.
La industria, el agro y el comercio fueron atrapados por la irracionalidad capitalista dependiente y feudal que impuso una injusta distribución de las riquezas, atraso tecnológico, abusos contra la masa laboral, criminal contaminación ambiental, depredación de nuestros recursos, desocupación, corrupción y delincuencia.
El Hospital Regional, la Universidad Nacional del Santa y las universidades y colegios particulares, con todos sus defectos, son las obras más importantes pero insuficientes que en medio de su desgracia, se han realizado en Chimbote desde la aparición de su crisis pesquera, agraria y siderúrgica.
Chinecas y la recuperación de la pesca y la siderúrgica siguen siendo los proyectos más importantes para retomar el camino del bienestar y desarrollo y con ello la lucha frontal contra la corrupción y la violencia delictiva. No hay otro camino.
La descomunal ambición de los grandes grupos de poder económico y político, la ausencia de planes de desarrollo integral y sustentable y de autoridades idóneas y con identidad regional, son los mayores obstáculos que tienen Chimbote y Ancash para salir de la enmarañada selva del atraso y la anarquía a la que alguna vez los arrastraron, a pesar de las bellas jornadas de lucha de esa naciente estirpe de chimbotanos forjados como el acero, y nutridos por la pesca y el agro, que jamás olvidaremos.