Hacernos prójimos del otro (Por Fray Héctor Herrera o.p.)

Chimbote en Línea (Reflexiones).- El evangelio de Lc. 10,25-37 nos presenta una realidad tan actual: un maestro de la Ley, quiere justificarse como nosotros, y le pregunta a Jesús ¿Quién es mi prójimo? (v.29) Tal vez está pensando en los 613 preceptos y obligaciones que se habían organizado en la interpretación de la Ley, olvidándose del mundo real y concreto, sobre todo de la misericordia y la justicia.

Y Jesús parte de una sencilla reflexión: Un hombre bajó de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos (v.30), como hoy puede suceder con cualquier ser humano, que es víctima de los plagios, secuestros, asaltos, desapariciones. Dos hombres un sacerdote y un servidor del templo pasan cerca al malherido. Ninguno se acerca. Temen comprometerse o ser “comprometidos”. No han comprendido ni el amor a Dios ni a su prójimo. Pasó un samaritano, un no creyente, según la mentalidad judía. Y éste vendó las heridas, lo puso en su caballo y lo llevó al hotelero, para que cuidara de él.

Para Jesús lo importante no es quién es mi  prójimo, sino hacernos próximos a los demás, acercarnos, ayudar al otro. A veces podemos quedarnos en cuestiones verbales e intelectuales sin hacer nada por el caído, maltratado o desaparecido. Y dejar que el otro se desangre o se muera en el camino. Detengámonos como creyentes a pensar en esos prójimos maltratados y malheridos: las víctimas de las tratas de personas, tuberculosas, hambrientas, disminuidas por su situación económica, o por la inseguridad ciudadana.

El Papa Francisco, nos recuerda: “La persona humana está en peligro: eso es seguro, la persona humana hoy está en peligro, ¡de allí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profundo: no es solo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología.... pero el sistema sigue como antes, porque lo que domina es la dinámica de una economía y de unas finanzas carentes de ética”. El consumismo nos lleva al desperdicio de los alimentos y no pensamos en el otro: Recordemos, ¡que la comida que se desecha es como si fuese robada de la mesa de los pobres, de los hambrientos!
Esos son mis prójimos a los que les debo amor. Y tenemos que hacer tomar conciencia a la sociedad de los que oprimen y despojan de la vida y del pan a los pobres que andan por el camino de la vida.

Martin Luther King, cuando defendía el derecho de sus hermanos negros y era amenazado de muerte, siempre solía leer y meditar esta parábola: porque sentía que ser prójimo del otro, es hacerse próximo, ponerse en la situación de. Y sólo uno ama cuando descubre en el otro: la imagen, el rostro mismo de Jesús, que ha venido para que tengamos vida.

Porque El pasó haciendo el bien. Él es el buen samaritano que venda las heridas de su cuerpo que es la humanidad doliente y nos pone el aceite del consuelo, para que trabajemos por crear condiciones de vida más humanas, justas, responsables de la vida de los más indefensos y crear una conciencia solidaria que nos descubra el rostro misericordioso de un Dios con corazón de padre y de madre que no hace distinción con nadie, sino que nos impulsa a cambiar la historia del odio y de la injusticia por una historia nueva de amor y de comprensión, de libertad y de verdad. Porque sólo la fuerza del amor crea vida para quien ama y es amado. (Escrito por: Fr. Héctor Herrera, o.p.)
 

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