Chimbote en Línea (Política).- Ocho y cincuenta de la mañana. Fredy Otárola llega al Congreso para empezar el día. "Señor, arrímese que está llegando el Presidente", pide un miembro de seguridad. Otárola camina, lleva el paso rápido. Apenas mira hacia los lados. No sonríe. Quince minutos después, nos recibe en su oficina. Está sentado en el escritorio. Se levanta y extiende la mano en señal de saludo.
Viste un terno gris. Mientras sus asesores instalan una cámara de video –las entrevistas que concede se graban, siempre– conversamos un poco, informalmente. La imagen del Parlamento está en números rojos y el caso de Michael Urtecho no ha hecho otra cosa que acentuar la crisis de credibilidad que enfrenta ese poder del Estado. "Me ha tocado un periodo bravo", dice. Es una buena entrada para empezar la conversación.
¿Es complicado ser el Presidente de una de las instituciones con menos prestigio del país?
Es complicado. Mi primer Pleno fue una interpelación a una ministra…
¿A quién?
Me parece que fue a la ministra de Desarrollo e Inclusión Social. Y adicionalmente hay una serie de escándalos que contribuyen a bajar, aún más, la imagen del Congreso. Es complicado pero es un reto. Sin una reorganización administrativa, esto no va a funcionar. Hay deficiencias en el control del personal, en el control del manejo de fondos, en todo el procedimiento administrativo. En el procedimiento generador de leyes y de control la cosa funciona mejor. La meta es reestructurar al Congreso…
Que solamente tiene un 7% de aceptación, según encuestas.
En las encuestas, los ciudadanos se refieren a dos problemas fundamentales. Primero, la corrupción. Sin embargo, los congresistas no manejamos fondos públicos, salvo quienes integran la Mesa Directiva. Yo recién hace dos meses que manejo fondos públicos. Y creo que la población percibió también como un acto de corrupción la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo…
La repartija.
Mire, cuando verdaderamente se han detectado casos de corrupción, el Congreso ha actuado con rapidez y ha sancionado. En el primer caso de corrupción de este periodo, que espero sea el último, el de Michael Urtecho, se está avanzando con rapidez y se va a actuar con mucha firmeza. La otra causa del desprestigio es que los ciudadanos perciben que los congresistas prefieren la riña, el enfrentamiento antes que los acuerdos.
¿El caso Urtecho no demuestra que la corrupción sí es un problema en el Congreso, que los ciudadanos tienen razón
No. Yo he dicho siempre que el delito de uno no puede afectar al cuerpo. El Congreso ha actuado con prontitud. Que lo de Urtecho afecta la imagen, es verdad, pero creo que hay algo de injusticia. El Congreso está sancionando. Y si hubiera otro caso, se actuará de igual manera.
Cuando me dice que los congresistas no manejan fondos públicos, parece sugerir que no hay de qué preocuparse, que la cosa no es tan grave. Corrupción no es solamente el mal uso del dinero público. Con una desaprobación tan alta, algo se tiene que estar haciendo mal.
Creo que hay un tema de percepción. La percepción a veces es tan…
¿Cruel?
Cruel, y más cruel que la propia realidad.
¿Es solamente percepción?
Que tiene asidero con el caso Urtecho. Ese uno nos golpea a todos. Le recuerdo lo que pasa con la Policía: todos los días se capturan bandas, todos los días hay acciones heroicas, y un solo hecho de corrupción pesa más que todo lo demás. Lo mismo con el Congreso. De acá han salido leyes muy buenas y uno o dos hechos aislados mellan a toda la institución. No me esperaba lo de Urtecho, como no me lo espero de nadie. Defraudó a muchos peruanos.
No es solamente Urtecho. A Modesto Julca lo acaban de suspender por nepotismo. Está Celia Anicama y su empresa de cable.
Usted me habla de dos o tres casos sobre 130. No llegamos ni al uno por ciento. Lo ideal sería que no hubiera nadie, claro. Por eso, cuando presidí el subgrupo de trabajo de reforma electoral planteé una serie de propuestas para consolidar a los partidos. Los partidos no tienen herramientas para verificar la veracidad de las declaraciones juradas de los postulantes. Se planteó que tuvieran mayor acceso a los entes públicos…
Para rastrear a los candidatos.
Efectivamente. El otro tema importante es la democracia interna, consolidarla, para que los candidatos sean elegidos por las bases. No hay consensos, pero estamos trabajando en eso.
La eliminación del voto preferencial podría ser un paso adelante.
Soy ferviente creyente de que debe eliminarse el voto preferencial. Y eso, que yo soy producto del voto preferencial…
Los 130 congresistas lo son. Por eso será muy difícil que acepten cambiar la ley.
En la necesidad de consolidar a los partidos, de mejorar la selección de los candidatos, tenemos que deponer intereses personales. El mejor camino es la reorganización administrativa del Congreso. Su diseño viene del siglo XVIII, con un oficial mayor constitucionalista y especialista en hermenéutica parlamentaria y que a su vez es un gerente general. Lo que se debe hacer es separar ambas áreas y potenciar el área administrativa.
Con un gerente general.
Y con una estructura debidamente organizada. ¿Puede creer que en el sistema de compras ni siquiera hay un software que permita hacer seguimientos?
¿Cómo controlar entonces a las empresas fantasmas? La modernización del área administrativa permitirá controlar estrictamente los fondos públicos y al personal: quiénes están, qué hacen. El control de ahora es muy arcaico, digamos. Si las bancadas tienen la voluntad, este proceso debe comenzar en un mes.
¿Y por qué no avanzar de una vez con la eliminación del acuerdo que no pone límites a los gastos de la Mesa Directiva
Ese es un acuerdo de mesa mediante el cual se hacen los gastos y luego se sustentan. Es un sistema más práctico, pero mal utilizado. Yo he planteado la necesidad de dejarlo sin efecto (Esta entrevista se hizo el miércoles y el acuerdo se dejó sin efecto el jueves). No lo necesito. Y curiosamente, el ex presidente del Congreso, Daniel Abugattás, tampoco gastó un sol mediante este acuerdo…
Abugattás, quien ha dicho que en el Congreso está lo peor de la especie humana.
Yo no lo creo, yo creo que exageró. En fin, le decía que ningún miembro de la Mesa Directiva, en este periodo, ha utilizado ese mecanismo.
¿Qué percibe cuando sale a la calle?
Percibo desencanto, ese 7% de aprobación. Yo con la gente converso y soy de los que salen a la calle solo y sin seguridad. Voy al mercado, a comprar en los pocos ratos libres que tengo…
Y siente resistencia.
Por supuesto, evidentemente. Yo antes de ser congresista ejercía la función notarial y la docencia universitaria, creo que con éxito. Ahora ha cambiado mi vida. Antes era más tranquila, pero no me quejo.
El poder es embriagante, también.
Yo no me siento poderoso.
Usted es considerado un escudero del presidente Ollanta Humala a tiempo completo, con declaraciones digamos que particulares. ¿El cargo lo ha apacigüado?
Este es un Congreso en el que incluso mi bancada no es mayoritaria y tengo que generar consensos…
Atacó a Mario Vargas Llosa.
Se me editó. Yo recuerdo que en el caso de Mario Vargas Llosa empecé diciendo…
Dijo que no era garante de nada.
Dije que era un gran demócrata, muy respetado y admirado, pero que en el tema de la democracia los garantes somos todos los peruanos. De ahí salió la otra frase y me cortaron todo lo demás. Hay otros ejemplos. Cuando me preguntaron si me sentía contento con los sueldos de los congresistas, dije…
Defendió el aumento del bono de representación.
Yo dije que (el sueldo de un congresista) me parecía insuficiente, pero añadí que quienes asumíamos la función congresal sabíamos a lo que veníamos y no nos quejábamos.
Solamente sacaron la segunda parte y cambiaron totalmente el sentido. No culpo a la prensa, solo cuento algunas anécdotas.
En resumen, ha bajado sus revoluciones.
Estoy generando consensos, pero no abdico de mis posiciones ideológicas. Soy el titular de un poder del Estado muy dividido, y no podría avanzar si no tiendo puentes.
¿Cómo se posiciona ideológicamente?
Me considero de izquierda, en el sentido de que la izquierda implica cambio y transformación en democracia. Obviamente este es un mundo globalizado y la izquierda tiene que entender la importancia de la inversión privada, del capital extranjero, de la defensa del medio ambiente.
¿Y usted cree que este es un gobierno de izquierda?
El presidente Ollanta Humala prefiere utilizar otros términos. Él dice: ni izquierda, ni derecha, con los pobres.
Eso es evitar tomar una posición.
Es su posición. Si hay algo que va a quedar al final de este gobierno es la inclusión social. Estamos haciendo visibles a los invisibles, a quienes eran desentendidos por el Estado, a los marginados…
¿No reconoce ningún problema en el gobierno?
No hay gobierno perfecto y siempre hay ajustes por hacer.
¿En dónde?
En Qali Warma, por ejemplo, aunque es injusto que se le quiera comparar con el despropósito del Pronaa. Los alimentos del Pronaa ya no eran consumidos por los niños, quienes ya estaban cansados de comer fideos y anchoveta malogrados. Un programa nuevo genera dificultades. También hay cosas por rescatar. En este gobierno no hay un solo escándalo de corrupción que afecte a las altas esferas del régimen, como en periodos anteriores.
¿No encuentra ningún otro defecto?
(Piensa). Yo creo que la Cancillería tiene que adaptarse al siglo XXI. Hay dos millones de turistas potenciales de China, pero es más difícil conseguir una visa de China a Perú que de Perú a Estados Unidos, porque vienen chinos a quedarse o porque utilizan como puente al Perú rumbo a los Estados Unidos. Se podrían tomar algunas medidas, a pesar de que la ministra Eda Rivas actúa con rectitud...
Contra quien se presentó una moción de censura. ¿No fue un error no avisar al Congreso de la escala en Francia del presidente Humala?
No, no, el tema es clarísimo. Yo he visto el plan de vuelo que el Ministerio de Defensa realiza con un mes de anticipación. En el plan figuraba Francia. Quien dirige la política internacional es el Presidente de la República. Pidió autorización y volvió un día antes de cumplirse el plazo. Y nadie dice que el Presidente se ha reunido con casi siete jefes de Estado más.
La aprobación del gobierno se ha reducido notablemente. Eso indica que hay cosas que no vienen funcionando como deberían.
La aprobación sigue siendo sólida. Además no es bueno gobernar pensando en encuestas, porque se pierde objetividad. El Presidente sigue gobernando para todos los sectores.
El descenso es innegable.
Una razón es el ataque de la oposición, a puertas de procesos electorales. Eso es parte de la democracia y no nos quejamos. Se ha adelantado la campaña electoral presidencial.
¿El ataque de quién? ¿Del Apra?
Por supuesto. El ex presidente Alan García ya empezó su campaña, muy prematuramente. Es su derecho y no nos quejamos. Igual, cuando salimos a los lugares más alejados, el pueblo nos respalda. Ya se detuvo la caída y estamos empezando a subir.
La Megacomisión del Congreso que investiga la gestión de García es un elemento de permanente tensión entre el gobierno y el aprismo.
La Megacomisión actúa con serenidad y objetividad. Investigar no significa declarar culpable a nadie. No se puede permitir que se debilite la facultad fiscalizadora del Congreso. Si se hizo bien o mal, eso se debatirá en el Pleno, y si hay alguna denuncia no sustentada, el Poder Judicial podrá determinar su archivamiento, pero la función de fiscalizar es constitucional, inherente a los congresistas. Es algo particular que se investigue a dos ex presidentes al mismo tiempo. Como presidente del Congreso no voy a opinar. Se le ha facilitado a las comisiones herramientas para su labor. Pueden levantar cuentas, secretos bancarios, citar de grado o fuerza. Me pronunciaré una vez se presenten los informes finales.
¿De qué vive usted? Entiendo que es el dueño de un restaurante especializado en cuyes.
Efectivamente, tengo un restaurante que estoy armando con mucho esfuerzo, y que es administrado por mi esposa. A veces voy a saborear un rico cuy, lamentablemente no le puedo dedicar mucho tiempo.
¿Le va bien vendiendo cuyes?
Creo que sí. El negocio ha crecido, no en la magnitud que uno quisiera, pero sí ha crecido.
Y aparte del restaurante, ¿de qué más vive?
Vivo de eso, de la política y de otros ingresos. Tengo dos inmuebles en alquiler, que me generan casi tanto como mi sueldo de congresista. Vivo con tranquilidad, con lo suficiente para dedicarme a la política.
Recientemente se compró una bonita casa en Santiago de Surco. ¿Piensa radicar definitivamente en Lima?
Es una casa pequeña. He vendido cuatro propiedades para comprarla. Además tengo préstamos en el banco y los ingresos suficientes para pagarlos.
Pensé que usted era más apegado a su tierra, Áncash.
No, yo terminando en el Congreso, vuelvo a Áncash. Yo soy notario ahí, enseño en la universidad...
¿Y entonces qué hará con su nueva casa en Surco?
Eso es algo muy personal.
Entrevista: www.larepublica.pe
(Publicada el domingo 20 de Octubre 2013)
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