Chimbote en Línea (P. Giovanni Sabogal) “Si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete primero a Reconciliarte con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda”. Mt 5, 23-24
El Evangelio de San Mateo nos insiste que el camino correcto para agradar a Dios es la Reconciliación. Es cierto y no podemos negar que es un camino difícil, de negación y de humildad, pero debemos seguir el caminar de Jesús, de llevar nuestra Cruz con sencillez y amor. «Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar» (San Juan Crisóstomo).
Dios es amor y Misericordia y quiere que todos nos amemos porque somos hermanos y Él es nuestro Padre. Dios quiere que nos reconciliemos, que estemos bien, que nos amistemos y si deseamos ser aceptado por Dios y estar unido a él, es preciso estar reconciliado con nuestro prójimo.
Dios nos ha dado ejemplo de ello, y ésta es la manera de llegar a ser semejantes a él, una actitud que siempre necesitamos, una y otra vez, en el mundo.
“Hoy debemos volver a aprender la capacidad de reconocer la culpa, debemos renunciar a la falsa convicción de que somos inocentes. Debemos aprender la capacidad de hacer penitencia, de dejarnos transformar; de salir al encuentro del otro y de pedir a Dios que nos dé el valor y la fuerza para esa renovación. En nuestro mundo actual debemos redescubrir el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación. El hecho de que este sacramento en buena parte haya desaparecido de las costumbres existenciales de los cristianos es un síntoma de una pérdida de veracidad respecto a nosotros mismos y a Dios; una pérdida que pone en peligro nuestra humanidad y disminuye nuestra capacidad de paz”. (Benedicto XVI, 21 de diciembre de 2009).
Jesús no acepta la indiferencia, el enfrentamiento, el mal trato y las malas relaciones con nuestro prójimo y nos invita a reconciliarnos con el hermano. No podemos vivir en este mundo sin reconciliarnos porque somos hermanos y Papá Dios quiere que nos amemos, que nos reconciliemos y nos cuidemos. (Publicado en Mar Adentro, marzo 2013)
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