Chimbote en Línea.- Con ocasión de las Fiestas Navideñas les ofrecemos 10 microcuentos navideños del reconocido escritor chimbotano Ricardo Ayllón.
10 MICROCUENTOS NAVIDEÑOS
Melchor, Gaspar y Baltazar
Primero hicieron dormir con incienso a los guardias del suntuoso templo, el aceite de mirra lo usaron para untar sus propios cuerpos y entrar y salir fácilmente de él. Acababan de hacerse con las primeras piezas de oro cuando fueron descubiertos y salieron huyendo. El cuento de que venían siguiendo una estrella mágica, lo inventaron al llegar a ese establo pensando en ocultar las joyas debajo del pesebre.
Escarnio
“¿Y qué planes para Navidad?”, graznó, cachaciento, el pato, recordándole una vieja rencilla al pavo.
Vigilia
Cuando el niño despertó, Papa Noel todavía estaba allí.
Extinción
Extrañamente, el gallo dispuso acabar con su especie el 23 de diciembre. Al día siguiente no hubo misa.
Identidad
Resignado, tras saber que ya nadie creía en él, Papa Noel decidió cambiar por “s” la última letra de su segundo nombre.
Diseño de interiores
“¡Qué tal un pino con luces junto al corral de los bueyes, guirnaldas en la entrada y un hombre de nieve en el techo del establo!”, propuso María, llena de entusiasmo. José empezó a creer que el shock posparto de su pobre mujer estaba rebasando los límites.
Cansancio
Aquella nariz inflamada en el reno encargado de comprobar la pureza de la ‘merca’, la vieja historia de meterse por las chimeneas para dejar regalos cuando de lo que se trataba en verdad era de atender pedidos a domicilio, y el obligarse a compartir ganancias con los malditos duendes, hicieron que por la cabeza del anciano rondara la idea de dejar ese sucio negocio.
Carta
“Querido Papa Noel: hace poco descubrí que dejaste de creer en nosotros. Por fin tendré regalos sin tener que portarme bien”.
Suplantación
“Dulce Niño Jesús, para esta Navidad deseo…”, empezaba la carta de peticiones del muchacho. Rojo de ira, Papa Noel se deshizo de ese papel. Jamás permitiría que le robaran la fiesta.
Ineptitud
El viejo casi ciego se sintió burlado mientras los duendes le leían las cartas de los niños. ¿La tecnología de esos juguetes era real, o los enanos que trabajaban para él planeaban matarlo de impotencia?
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