Chimbote en Línea (Por: Jireh Fernández Zavaleta*) Dolor, sufrimiento, indignación y resentimiento seguirán siendo el perenne viacrucis de los familiares de aquellos nueve desaparecidos de Santa, que aún después de 25 años siguen llevando sobre sus hombros los funestos recuerdos de un gobierno cruel, despiadado, inhumano y sanguinario que jugó a ser Dios y les arrebató lo más valioso. Lamentablemente son heridas que siguen abiertas y que ni el tiempo podrá curar. Me pregunto ¿Quién les devolverá a ese padre, esposo, hijo, hermano o amigo que perdieron? … Nadie, y lo sabemos.
Pretender olvidar este execrable acontecimiento es imposible, ya que aún brota a flor de piel este recuerdo cuando se nos habla de las atrocidades cometidas durante el gobierno fujimontesinista, como fueron la violación de los derechos humanos y las muy conocidas redes de corrupción que se entretejían a diestra y siniestra en el país.
Uno de los grupos sanguinarios que hacía el trabajo sucio, era el grupo Colina, conformado por miembros del Ejército Peruano a inicios de la década de los 90, y que según el informe de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación fueron autores de los crímenes como: masacre de Barrios Altos, la Cantuta y claramente responsables de la desaparición de los nueve campesinos de Santa.
Actualmente, y como es de conocimiento público, estos criminales están purgando condena; entre ellos, el cabecilla de esta organización, Santiago Martín Rivas, condenado a 25 años de prisión. Sin embargo, ¿podemos hablar de una justicia propiamente?, ¿qué hay de los familiares de las víctimas: Carlos Barrientos Velásquez, Roberto Barrientos Velásquez, Denis Castillo Chávez, Federico Coquis Velásquez, Gilmer León Velásquez, Pedro López Gonzáles, Jesús Noriega Ríos, Carlos Tarazona More y Jorge Tarazona More?
Son víctimas también, pero de la indiferencia y del olvido. Si bien en el 2011, después de diecinueve años, los cuerpos de estos nueve campesinos fueron finalmente hallados en el descampado de Huaca Corral, no se puede negar que fue únicamente a razón de la lucha constante por parte de los familiares, autoridades locales y más personas que asumieron el desafío de mover cielo y tierra para encontrar a sus seres queridos. De lo contrario, el caso hubiera sido archivado junto a los demás casos que siguen clamando justicia.
La fiscal Nancy Moreno Rivera, quien llevó el caso, opina que estos acontecimientos no deben repetirse en nuestro país; por ello, debemos unirnos para luchar contra la indiferencia y hacer sentir nuestra voz.
Y sí, ¡basta ya! Seamos humanos, la vida no tiene precio. Por último, si hubieran sido terroristas estos nueve campesinos, ¿acaso no tenían derecho a ser juzgados por la ley?, ¿quiénes somos nosotros para quitar la vida? Por eso, caso Santa: ¡Nunca más!
* Alumno de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Santa - Curso: Periodismo de Opinión e Interpretación
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