Chimbotenlinea.com (Por: Cintia Cabrera).- Han transcurrido 44 años de creación del pueblo joven “3 de Octubre” y aunque algunas generaciones han migrado a otras ciudades, también han sentido el desagrado de retornar y seguir caminando sobre la arena. Pues la falta de atención de las autoridades municipales se refleja en las calles polvorientas que en su totalidad están sin asfaltar.
(Fotos Cintia Cabrera)
“Conversaba con una señora, quien me contó que sus padres han vivido aquí muchos años. Ellos han fallecido y esperaban ver pistas, pero eso no ocurrió. Ellos han partido y “3 de Octubre” sigue siendo polvareda. No puede ser posible que un pueblo que es el ingreso al distrito siga en estas condiciones”, lamentó Manuel Horna Guevara, presidente de la Asociación de Comerciantes del mercado “3 de Octubre” y morador de la zona.
Y en efecto, el malestar de los moradores es justificado, pues sus calles lucen polvorientas, no hay pistas y bajo el sol incesante, el panorama se convierte en desolador
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Sin embargo, esta realidad parece estar muy lejos de la percepción del dirigente, Pedro Aguilar Lino, quien dice que el pueblo va en progreso.
“El pueblo está mejorando tenemos el parque central a pocos días de ser inaugurado, nos faltan lozas deportivas pero pronto se va a iniciar la construcción de un complejo deportivo en la manzana U, el proyecto de pistas y veredas está aprobado y tiene código Snip; pero falta presupuesto, lo que nuestro alcalde está buscando”, sostuvo.
Sin duda, el parque central inició su ejecución en febrero de este año, pero luego de tantos disturbios y enfrentamientos se retomaron las labores; pero hasta ahora no se culmina, a decir del dirigente por los delicados trabajos de marmolería.
Las pistas permanecerán postergadas hasta que la gestión edil no sea capaz de encontrar una fuente de financiamiento. Son 8 mil los moradores que deberán continuar caminando sobre la arena y por algunas veredas que están en buen estado.
Este pueblo está de fiesta, pero aun no tiene aceras o vías asfaltadas donde bailar y vivir la celebración, pues no hay motivos para celebrar.