Chimbotenlinea.com (Fuente: www.otramirada.pe).- Las huelgas del magisterio mantienen en vilo desde hace varias semanas a buena parte del territorio nacional y lo que antes era una sola sigla – el Sutep – ahora parece multiplicarse en varias otras que se descalifican mutuamente. ¿Qué ha sucedido?
(Foto Internet)
“El Sutep es uno solo y nadie lo divide” esta consigna histórica del movimiento sindical del magisterio, desafortunadamente, no es cierta más. Primero, porque lo que existe como gremio sindical docente, en ninguna de sus variantes, es verdaderamente tal. El Sutep no existe como frente único sindical en el que conviven diversas corrientes gremiales y políticas así como maestros independientes. Lo que existe en la realidad es el trabajo político en el magisterio de distintas organizaciones, como es el caso de Patria Roja, la más antigua y extendida, el Movadef –organismo de fachada de Sendero Luminoso– y según algunos, Proseguir, una variante radical del anterior.
¿Por qué ha llegado el magisterio a esta situación? Por la falta de democracia sindical que llevó a que, progresivamente, diversas tendencias políticas se fueran alejando del tronco principal del sindicato, controlado por Patria Roja. Esto es lo que da origen al Conare (Comité Nacional de Reconstrucción) del Sutep, establecido el 2003, en el que originalmente convivieron diversas tendencias políticas y finalmente solo ha quedado Sendero en sus dos versiones, la acuerdista y la aún más extrema.
Se extraña en este concierto la presencia de otras organizaciones, ajenas al dogmatismo y sectarismo de las anteriores, que en algún momento de la última década tuvieron importancia principalmente en Lima, pero que parecen haber sido puestas de lado por el manejo burocrático y la radicalidad anti estatal de las dos primeras.
El principal responsable de esta situación es Patria Roja por haber establecido, en los últimos 40 años una dictadura sindical en el magisterio que a la postre ha destruido el sindicato. Desafortunadamente, esta situación se proyecta a otras organizaciones magisteriales como la Derrama Magisterial y el Colegio de Profesores, la primera controlada por Patria Roja a través de la única facción del Sutep reconocida por el Ministerio de Educación, mientras el segundo no supera la división en la que se encuentra sumido producto del mismo sectarismo político.
Hay que señalar, sin embargo, que a pesar de su autoritarismo gremial, Patria Roja ha persistido en un largo trabajo político en el magisterio, enfrentando a Sendero Luminoso y pagando un alto precio por ello. Lo que extrañan otros partidos que muchas veces han acompañado a Patria en esta lucha es que esa gran experiencia no se haya convertido en una herramienta que finalmente contribuya a la democracia entre los maestros.
Esta realidad, por supuesto, no hace mejor al Conare en cualquiera de sus facciones, ya que el sectarismo de las organizaciones que lo dirigen es seguramente mayor que el de Patria Roja. Sin embargo, lo que debiéramos preguntarnos es cómo los más de trescientos mil maestros del servicio público educativo en el Perú tienen como influencia política dominante a agrupaciones que lo último que hacen es promover la democracia sindical donde tienen influencia. Peor todavía, cómo el Conare, ligado por sus antecedentes políticos a un proceso de lucha armada de carácter terrorista, ha llegado a ser la influencia dominante entre los maestros en, para algunos siete y para otros hasta doce, regiones del Perú.
Aquí hay una grave responsabilidad para los partidos que se dicen democráticos, en especial para los partidos de izquierda que se reclaman democráticos por la importancia que estos últimos le han dado siempre al trabajo gremial en los sectores populares. Decimos esto para salirle al paso a la derecha, que prefiere mirar a otro lado y señalar al Sutep como una organización únicamente especializada en promover desórdenes. La lucha por la democracia en las organizaciones del magisterio, llámense Sutep, Derrama Magisterial o Colegio de Profesores, es una lucha política y no policial y/o judicial. Los partidos y en especial la izquierda deben asumirla como tal para que los maestros peruanos cuenten con organizaciones, sobre todo con un sindicato, que exprese sus intereses.