Chimbote en Línea.- La edición número 93 de los premios Óscar será una noche para la historia luego de la bofetada propinada por el actor Will Smith al comediante Chris Rock, tras jugarle este una broma a Jada Pinkett. Como se sabe, la también actriz y esposa de Smith confesó tiempo atrás que padece de alopecia, una enfermedad que causa calvicie tanto en hombres como mujeres.
Esta escena violenta ha generado diversas reacciones y ha puesto en debate la actitud del famoso actor. Se ha abierto un debate sobre el manejo de la ira y el control de impulsos en las relaciones humanas.
Para la Mgtr. Edith Jara Ames, docente de la escuela de Psicología de la Universidad César Vallejo, la situación de agresión en la ceremonia más importante del cine se inicia cuando el presentador, Chris Rock, hizo burla del físico de la actriz Jada Pinkett Smith. Esto desencadenó una serie de momentos violentos que pudieron haberse controlado.
“La reacción de Jada Pinkett Smith, quien ha sido la principal afectada, fue de esperarse. El actor cómico Chris Rock ‘bromeó’ sobre su físico -debido a una condición llamada alopecia- en una transmisión internacional. Esto es lo primero que se debe visibilizar: el físico no debe ser un motivo de burla por parte de ninguna persona”, recalcó la Dra. Edith Jara.
La polémica sobre la reacción
Como consecuencia, se observó a un Will Smith en el escenario muy decidido a propinarle una golpiza a Chris Rock, reacción que, señala la especialista, no fue la adecuada para transmitir un mensaje claro sobre la agresión recibida por la esposa del actor.
“Todos nosotros experimentamos cólera de vez en cuando. A veces podemos frustrarnos o tener un mal día; sin embargo, eso no significa que podamos actuar con violencia. No se justifica la defensa de Will Smith a su esposa, por más violenta que haya sido también la burla a la que fue expuesta. Es diferente ir y pegarle a alguien que tomar su micrófono, por ejemplo, y explicar por qué la broma que hizo en el escenario no estuvo bien”, explicó la especialista Jara Ames.
La docente agregó que, cuando existe un problema para controlar las emociones y el comportamiento en diferentes situaciones, se puede hacer referencia a un trastorno del control de los impulsos.
“Estos problemas se caracterizan por la tendencia a reaccionar y ejecutar acciones demasiado rápido, de forma irreflexiva o irracional. Las personas que padecen de estos problemas no son capaces de resistir una tentación, impulso o deseo y extrapolan esa ira en comportamientos agresivos. Por ello es importante la intervención de profesionales en salud psicológica que atiendan estos casos”, puntualizó la Dra. Jara, quien además brindó algunos consejos que podemos aplicar frente a una situación s• Evitar acumular la ira, aprender a gestionarla y aprender a enfrentar los problemas con asertividad y control, para no dejar que el enfado vaya creciendo.
- Aprender a conocer las emociones: cómo se expresan, para qué sirven y cómo se gestionan adecuadamente.
- Aprender a relajarse: realizar respiraciones profundas, llenar los pulmones totalmente de aire y expulsarlo c4on lentitud, al mismo tiempo que se piensa en frases alentadoras: “no pasa nada”, “intenta relajarte”, “tú puedes controlar esto”, “paciencia”.
- Aprender estrategias de resolución de problemas: no solo es centrarse en que se debe resolver el problema, sino en encontrar el mejor modo de manejar la situación.
- Comunicarse mejor. No sacar conclusiones precipitadas. Evitar los gritos e insultos.
- Sin embargo, este acto evidenció también el poco manejo que puede tener un ser humano frente a situaciones hostiles. Por ello, la especialista en psicología recomienda lo siguiente:
- Fortalecer las habilidades personales para gestionar el estrés cotidiano y responder adecuadamente ante las exigencias del medio.
- Encontrar el motivo de las emociones, aprender a reconocerlas y entenderlas. Evitar luchar contra ellas y ser honesto consigo mismo. Al entender las emociones, uno puede controlarse frente a eventos complejos.
- Ser asertivo, expresarse de forma directa, con firmeza y amabilidad, evitando la comunicación pasiva o agresiva.
- Reconocer los pensamientos y sentimientos impulsivos: todos tenemos un límite y el autocontrol no significa que siempre actuemos de la mejor forma. “Cuando te enfrentes a una situación que ponga a prueba tu capacidad para mantener la calma y tomar mejores decisiones, tómate unos minutos para recapacitar y tranquilizarte”, precisa la docente.
Finalmente, la especialista comentó que un episodio de ira puede ser destructivo si no sabemos cómo controlarlo. Podría dañar nuestra reputación, destruir relaciones, limitar nuestras oportunidades e, incluso, perjudicar la salud.
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