
Chimbote en Línea (Por: P. Fernando Asín) La gran diversidad del Perú hace difícil aplicar los datos de la situación familiar. Por ejemplo, en el mundo rural, la pobreza se da en un 48% de su población; pero en el mundo urbano, baja a un 16%, en cuanto a la pobreza monetaria.
Hay otras variables que ya vimos en el anterior artículo que influyen en las familias: la central es la laboral. Después viene la habitabilidad, el hacinamiento, el acceso al agua y desagüe, y a la energía eléctrica. El acceso y situación de la educación, la protección social, etc.
Las familias más pobres cuentan con hijos más pequeños (niño y adolescente) y tienen más problemas en el rendimiento escolar. Hay otras variantes que agudizan la pobreza, por ejemplo, el embarazo adolescente (13% del promedio nacional), de las que el 30% solo tiene primaria.
La educación es el factor más imperante en la reducción de la pobreza. Si el nivel educativo es alto, la probabilidad de caer en pobreza es menor. Un pobre el en Perú logra estudiar, en promedio, hasta el primer año de educación secundaria, ya que logra acumular 7.3 años de estudio; mientras que una persona no pobre llegar a estudiar, en promedio, hasta quinto de secundaria, 10.5 años de estudio (INEI, Encuesta Nacional de Hogares, 2013)
Consecuencias violencia familiar, psicológica (50%), física (39%) y sexual (11%) y esta última, sobre todo en menores de 17 años (87% niñas y 13% en niños). Además los nuevos tipos de familia: nuclear 60%, extendido 22% y unipersonales 11%
Según el INEI, los ciudadanos se declaran: solteros 38% (los convivientes que son solteros, sobre todo los hombre); convivientes, 20%; casados, 28%; divorciados, 8%. Estos datos son el promedio nacional. Lógicamente en barrios populares, baja el porcentaje de casados y sube el de convivientes y solteros.
Además las familias sostienes y acompañan a 2 millones de discapacitados y sufren las consecuencias de un millón y medio de enfermos alcohólicos.
Dada la importancia fundamental de la familia en la formación de los futuros ciudadanos, debemos fortalecer nuestras familias; generando, a pesar de las dificultades, relaciones humanas más profundas, generar vida y proyectos sociales que promuevan la fraternidad. A nivel personal, mirar, escuchar, acoger y reconocernos.
A nivel público, es necesario exigir al estado su responsabilidad en cuanto a los derechos ciudadanos al trabajo, en condiciones, educación de calidad, planificación urbana, saludo integral, etc. (Publicado en Mar Adentro, marzo 2015)
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