Pentecostés: caminen según el espíritu

(Por Fray. Héctor Herrera) El Espíritu del resucitado les da fuerza a los discípulos y los confirma en su acción misionera. De esto nos habla el evangelio de Jn 20,19-23. Jesús les da la paz. Les muestra sus manos y costado (v.20). Y se llenaron de alegría. Es más sopla sobre ellos (22).

Les da y nos da el aliento de vida para fortalecer nuestra fe, nos convoca a la unidad y a la reconciliación: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos (23). Jesús ha cumplido la voluntad de su Padre, nos invita hoy a realizar su misión.

Y nos da el aliento de la vida, unido a la paz que destruye el pecado, la división, la soberbia y el egoísmo. La novedad de la primera comunidad cristiana es que vence el miedo y está llena del Espíritu de Dios para emprender un nuevo caminar. Caminar según el Espíritu es lo que nos hace comprender Pablo: es dar frutos de “amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí”(Gal 5,22-23 ). Es crear condiciones y valores nuevos de confianza, cercanía, testimonio de la Palabra de vida en nuestras relaciones personales y comunitarias.

Pentecostés unifica. El lenguaje de Dios unifica, respetando las diferencias. Es sintonizar con el Dios vivo revelado en Jesús. La fuerza del Espíritu lleva a los discípulos a anunciar el reino de Dios. Es el nacimiento de la Iglesia a la misión de ser anunciadora de buenas nuevas (cf. Hch 2,1-11).
Jesús nos da su Espíritu y la misión de realizar su obra aquí y ahora: “Como el Padre me envió, así yo los envió a Uds.”(v. 21). Este envío nace de una profunda comunión en la comunidad cristiana, porque los diversos dones y ministerios son una manifestación del Espíritu de Dios que congrega en la unidad (1 Cor. 12,3-12)

Caminar según el Espíritu es dejarnos iluminar por él. Y por eso la secuencia de hoy nos recuerda: “Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro: mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento”. Hoy estamos llamados a vivir en la comunión Trinitaria para vivir este anuncio evangelizador (cf.D.A. 157)

Necesitamos nutrirnos de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, cuerpo y sangre de Cristo para compartir la fe, esperanza y caridad. Sólo la identificación con Cristo resucitado nos permitirá dejarnos guiar por el Espíritu de Dios para sanar los corazones enfermos, doblegar la dureza del corazón de los que se oponen al proyecto de Dios, que desprecian la vida, promueven la violencia. Sólo el amor, la paz y la libertad, imprimirán un corazón y una mentalidad nueva como signo de la justicia y presencia de Dios en nuestras vidas.

 

PENTECOSTÉS. D.27.5.12.  JN 20,19-23

CAMINEN SEGÚN EL ESPÍRITU.

El Espíritu del resucitado les da fuerza a los discípulos y los confirma en su acción misionera. De esto nos habla el evangelio de Jn 20,19-23.

Jesús les da la paz. Les muestra sus manos y costado (v.20). Y se llenaron de alegría. Es más sopla sobre ellos (22). Les da y nos da el aliento de vida para fortalecer nuestra fe, nos convoca a la unidad y a la reconciliación: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos (23). Jesús ha cumplido la voluntad de su Padre, nos invita hoy a realizar su misión. Y nos da el aliento de la vida, unido a la paz que destruye el pecado, la división, la soberbia y el egoísmo. La novedad de la primera comunidad cristiana es que vence el miedo y está llena del Espíritu de Dios para emprender un nuevo caminar. Caminar según el Espíritu es lo que nos hace comprender Pablo: es dar frutos de “amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí”(Gal 5,22-23 ). Es crear condiciones y valores nuevos de confianza, cercanía, testimonio de la Palabra de vida en nuestras relaciones personales y comunitarias.

Pentecostés unifica. El lenguaje de Dios unifica, respetando las diferencias. Es sintonizar con el Dios vivo revelado en Jesús. La fuerza del Espíritu lleva a los discípulos a anunciar el reino de Dios. Es el nacimiento de la Iglesia a la misión de ser anunciadora de buenas nuevas (cf. Hch 2,1-11).

Jesús nos da su Espíritu y la misión de realizar su obra aquí y ahora: “Como el Padre me envió, así yo los envió a Uds.”(v. 21). Este envío nace de una profunda comunión en la comunidad cristiana, porque los diversos dones y ministerios son una manifestación del Espíritu de Dios que congrega en la unidad (1 Cor. 12,3-12)

Caminar según el Espíritu es dejarnos iluminar por él. Y por eso la secuencia de hoy nos recuerda: “Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro: mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento”. Hoy estamos llamados a vivir en la comunión Trinitaria para vivir este anuncio evangelizador (cf.D.A. 157)

Necesitamos nutrirnos de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, cuerpo y sangre de Cristo para compartir la fe, esperanza y caridad. Sólo la identificación con Cristo resucitado nos permitirá dejarnos guiar por el Espíritu de Dios para sanar los corazones enfermos, doblegar la dureza del corazón de los que se oponen al proyecto de Dios, que desprecian la vida, promueven la violencia. Sólo el amor, la paz y la libertad, imprimirán un corazón y una mentalidad nueva como signo de la justicia y presencia de Dios en nuestras vidas.