Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera) El evangelista Lc. 1,26-38 nos dice que Dios envió a su mensajero Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret (v.26). Y elige a una humilde doncella virgen, prometida de José.Es interesante que Dios no escoja al centro religioso de Jerusalén, sino una humilde aldea. Y es que Él busca la periferia, a los humildes para realizar el gran acontecimiento de la encarnación de su hijo.
El saludo es lleno de alegría, porque la gracia del Señor estaba en María. La joven se desconcierta. Y comienza un diálogo, que nos muestra la cercanía de Dios. “No temas, María, que gozas el favor de Dios” (v. 30).
Qué hermoso gesto, que nos invita hoy a los creyentes a saber dialogar y escuchar la voz de Dios que nos habla a través de los diversos acontecimientos y en la historia concreta de nuestra vida. Ha elegido a una virgen para que se cumpla la promesa de la salvación que Dios nuestro Padre ha prometido a la humanidad. Y de la cual hablaron los profetas cf. Miq. 5,2-3, L.G. 55.
María está “enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular” (L.G. 56). El diálogo se desarrolla con entera libertad, que la cuestiona, pues de por medio hay la promesa de matrimonio que los padres de ambos jóvenes han pactado de antemano y que les exige fidelidad mutua.
Sin embargo, Dios en su gran misericordia le anuncia “Mira concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamaras Jesús” (v.31). Es el amor de Dios que la invade, porque en ella la salvación del género humano se hace realidad.
María toma una actitud activa ¿Cómo sucederá eso sino convivo con un hombre? (v.34). Y ante la respuesta del ángel “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el consagrado que nazca llevara el título de Hijo de Dios” (v. 35).
Al escuchar esta respuesta ella se convierte en cooperadora de la salvación de Dios (cf. LG.56). Es por su fe y su obediencia libre, que acepta ser madre. Como nos dice San Ireneo “obedeciendo, fue causa de salvación propia y de la del género humano”
Es la fe de dos mujeres Isabel, la estéril, está ya en el sexto mes de su embarazo. Y porque nada hay imposible para Dios (v. 37) María da un sí decidido y decisivo para ese encuentro entre la humanidad y su Dios: “Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mi tu palabra” (v.38)
María es ejemplo de fe, amor, apertura, generosidad y entrega al Dios de la vida, que se encarna en nuestra historia. Y que al mismo tiempo nos invita a ser cristianos que creen y caminan guiados por la mano de Dios.
Dejémonos acunar por su amor y ternura para ser obedientes a la voluntad de Dios que se busca en el dialogo y en los desafíos de las nuevas fronteras: allí donde están los más olvidados y necesitados de amor, protección y cuidado, allí está Dios.
Tal vez nuestros planes, muchas veces no coinciden con el plan de salvación que Dios tiene para todos y por eso desobedecemos, prefiriendo la división, el odio y la falta de respeto por la vida y la dignidad de las personas.
Foto: Internet
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