Chimbote en Línea (Por: Luisa Alvarez Calderón*) El frío traspasó mis huesos al ver la afligida realidad. En junio hemos celebrado a nuestro patrón del mar, San Pedrito; y es en esta época que renace, como las flores en primavera, el orgullo del chimbotano por su cuidad. Pero la indiferencia por nuestras riquezas es parte de una desafortunada realidad en todo el año.
Ya era hora de salir y el turibus, bus que nos trasladaría por los lugares representativos de Nuevo Chimbote y Chimbote, nos esperaba. Pero en ese momento un intenso frío azotaba la cuidad, una enorme panza de burro hacía suya el cielo. Aun así, logré llegar al templo donde reinan las embarcaciones.
Me encontraba justo en el malecón Grau, frente al denominado “Hospital de los pobres”, La Caleta. Lo primero que visualicé, desde lo alto que me permitía el turibus, aproximadamente tres metros, fue el enorme mar con un paisaje increíble y único, aquellas imponentes islas tan blancas como las nubes que se desplazaban sobre ellas.
La presencia de embarcaciones de todo tamaño, también había desgastadas lanchitas que forzaban su comino en el mar. Agraciadas aves que a su vuelo dejaban sus rastros, como marcando territorio por la llegada de los nuevos visitantes, generando risas en algunos peregrinos que al igual que yo hacían que su vista haga captura del momento.
Todo ello era una pasarela, un espectáculo.
Pero al bajar del turibus y acercarme al mar, dejando que la planta de mis zapatos toquen arena salada, mi realidad pasó a ser otra. Aunque no debería de sorprenderme, pero lo hice.
¡Cómo era posible! que la bahía El Ferrol, aquella belleza reconocida en los años 50 como “La Perla del Pacífico”, hoy sea un botadero “clandestino”. Es aquí el último paradero de tanta mierda que los hombres de mar, los mismos ciudadanos y empresas irresponsables botan al mar de Chimbote.
La contaminación nos está afectando, ¡claro que sí!, nos está matando y mata hoy en día a los animales marinos. Ese día encontré tres enormes lobos marinos muertos en la orilla del mar, esos cuerpos putrefactos estaba siendo asolados por las bravas olas, que parecía que iban a explotar.
Cortando el momento, el guía del tours con voz fuerte llamó mi atención pues nos estaba invitando a ir al muelle Desembarcadero Pesquero Artesanal de Chimbote.
Al ingresar, el fuerte olor a pescado penetraba nuestra piel, nos hacía ocultar las narices, pero nuestros ojos seguían siendo testigos de la realidad que no dejaba de ser ajena a la contaminación, se podría observar el agua del mar intoxicada con residuos sólidos como llantas, zapatillas, bolsas, botellas entre otras cosas que se podría enumerar. Además, en el muelle se veía, desde otro ángulo, aquel lugar frente al hospital La Caleta que ya está completamente contaminada.
Al termino de tours, y estando en el centro de la ciudad solo respiré muy hondo hasta hinchar los pulmones y sentí aún la mugre de la contaminación que hay en la ciudad.
Solo atiné a pedir que San Pedro nos bendiga y nos permita recuperar la hermosa bahía que, por irresponsabilidad y descuido, se perdió.
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