Chimbotenlinea.com (Fuente: Boletín Virtual del IBC).-Reflexionando sobre lo que ocasionó la tragedia de Bagua Marc J. Dourojeanni afirma que “hay dos temas que son fundamentales para explicar los sucesos de Bagua. Primero, la negativa del gobierno de negociar o siquiera discutir aspectos del modelo de desarrollo vigente en los últimos decenios, inicialmente ignorando y luego recurriendo a deslegitimar y reprimir a quienes se atreven a realizar estos cuestionamientos. Segundo, la incapacidad o falta de interés del Gobierno, de los medios de comunicación y de muchos actores privados y de la sociedad civil, para entender y manejar reclamos que reflejan el complejo carácter multicultural de la sociedad peruana” (p.191).
Por ello el malestar indígena persiste
Dourojeanni señala que el origen de este malestar está en los drásticos cambios de las tres últimas décadas, donde la población indígena ha visto sus tierras invadidas y depredadas por “petroleros, madereros, gambusinos, agricultores que vienen de otras regiones, y son cada vez más afectados por decisiones gubernamentales distantes, como las que ceden lotes petroleros, otorgan concesiones forestales o construyen carreteras y represas, todo sin la menor consulta y, peor, sin ningún aviso previo” (p.189).
En el caso concreto del Reglamento de la Ley de Consulta, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, presentó un Informe Técnico donde cuestiona particularmente dos cosas
los artículos 5, 9, 20,23 y 27 de dicho Reglamento, como podemos observar en el cuadro que a continuación presentamos:
Necesidad de reconocer su aporte a la sociedad
En dicho documento CEPAL nos recuerda que “El Principio 22 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo se refiere al papel fundamental que ejercen las poblaciones indígenas y sus comunidades, así como otras comunidades locales, en la ordenación del medio ambiente y el desarrollo, debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales”(.172).
Por eso se invoca a los Estados a “reconocer y apoyar su identidad, cultura e intereses y hacer posible su participación efectiva en el logro del desarrollo sostenible” (p.172), Nos recuerda también que “Al adoptar la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural de la UNESCO, en 2001, la comunidad internacional demostró su compromiso en reconocer la “contribución del conocimiento tradicional, en particular sobre la protección del medio ambiente y la gestión de los recursos naturales y promover sinergias entre la ciencia moderna y el conocimiento local” (p.239).
Por eso Dourojeanni sostiene que “El pretendido estilo de desarrollo (o de no desarrollo) de los indígenas ofrece enormes beneficios al resto de los ciudadanos ya que, en teoría, sus tierras seguirán contribuyendo directamente a frenar el fenómeno del cambio climático y a proveer una serie de servicios ambientales. Ellos, por eso, deberían recibir compensaciones económicas justas que posiblemente les proveerían de aquellas modernidades a las que tienen derecho y que su forma de uso de la tierra quizá no provea”.